El madrileño, campeón del mundo de MotoGP, recuerda sus orígenes humildes y los sacrificios familiares hasta alcanzar la elite. «Me hubiese gustado ir a la Universidad, pero no lo cambiaría. No me falta de nada», reflexiona Leer
El madrileño, campeón del mundo de MotoGP, recuerda sus orígenes humildes y los sacrificios familiares hasta alcanzar la elite. «Me hubiese gustado ir a la Universidad, pero no lo cambiaría. No me falta de nada», reflexiona Leer
Jorge Martín (Madrid, 1998) responde con simpatía y sin rastro de pereza, a pesar de la ajetreada jornada de entrevistas que acumula. «Llevo ya seis horas, pero estoy disfrutándolo, también es parte de la victoria. Estas son mis vacaciones», bromea. En un rato acudirá a El Hormiguero y La Revuelta, para zanjar la polémica que ha llevado su nombre a más titulares incluso que cuando hace 15 días ganó el título mundial de MotoGP. La premisa es que nada de preguntas sobre el asunto, a ningún medio. Y EL MUNDO cumple. No así la otra parte, quizá la misma falta de profesionalidad de su entorno que le llevó a incumplir su pacto con el programa de Antena 3.
- ¿Qué se siente al ser el mejor del mundo en lo suyo?
- Eso justo es lo difícil de asimilar. No es sólo ser campeón de MotoGP, es que soy el mejor de motos que hay ahora mismo. Es un orgullo estar en este punto después de todo lo que he pasado. Yo y mi familia, hemos pasado por mucho. No acabo de creérmelo. Cada vez que lo digo… ‘Ostras, campeón del mundo’. Se me hace difícil. Pero sí, sí, ya lo tengo.
- ¿Supone un alivio, una meta o un punto de partida hacia más?
- Todo a la vez. Siento que me he quitado un peso de encima. Porque tenía un pensamiento: ‘¿Y si me retiro y no lo consigo?’. Cómo iba a vivir con eso. Y soy joven aún, 26 años, tengo mucho recorrido en MotoGP. Más que el título, para mí es importante el legado, que se recuerde a Jorge Martín.
- ¿Y cómo quieres que se te recuerde?
- Como alguien que lo ha dado todo en la pista. Un luchador que ha sabido sobreponerse a situaciones difíciles. Y bueno, un piloto rápido.
- Quinto español y primer piloto de un equipo privado (Pramac Racing) en lograr el título de MotoGP en toda la historia.
- Este título tiene mucho de romper barreras. Más que ser español, que es donde naces, la bandera que llevas y con orgullo, el hecho de haberlo hecho en un equipo satélite, esto marca mucho MotoGP, porque va a ser difícil volver a verlo. Nadie lo hizo nunca. Para la gente que no entienda tanto, es un equipo de 12 personas contra una fábrica de 200. Eso significa que cada miembro de mi equipo valía por 10. Está claro que éramos Ducati, pero Ducati quería que se ganase en el equipo oficial. Toda la información va en un sentido y no es recíproco. Tiene mucho mérito.
- ¿Hay algo de rebeldía en este título?
- Toda mi carrera ha sido a base de crecerme ante las adversidades. A mí el hecho de ir o no ir al equipo oficial de Ducati no me hubiese cambiado mi forma de pilotar (rechazado, ha acabado fichando por Aprilia). Yo doy el 100%, lo que tengo, me vacío en el circuito. Pero sí que puede ser que nos ha unido más como equipo a estos 12 que te digo, nos ha hecho ser más piña. Y esto nos ha dado un motivo más para ganar. Un motivo positivo.
- ¿Cómo es vivir permanentemente con el riesgo cerca?
- A ver… Vives mucho más intenso todas las cosas. No sólo por las lesiones. Obviamente, te juegas la vida, pero es muy difícil que pase algo grave. No vives con ese pensamiento. Pero es verdad que todo lo que haces lo haces con mucha intensidad. Si un día sales con tus amigos, si te vas de vacaciones, si te saltas la dieta… Y esto creo que también es guay. Porque así disfrutas mucho más de pequeñas cosas.
- Tuvo caídas graves, especialmente la de Portugal 2021. ¿Compensa?
- Sí, este título compensa. Ya el año pasado compensó el subcampeonato, poder pelear por un mundial de MotoGP. Pero ahora ya estoy en la cúspide y es cerrar el círculo, como cumplir un sueño. Y ya no puedo pedir nada más. Estoy muy feliz. De los malos momentos también se aprende y de Portimao aprendí mucho. Me destrocé. Y gracias a esa caída ahora estoy donde estoy.
- ¿Con los años aumenta la percepción del riesgo?
- Es una balanza. Cuando eres joven es puro instinto, pura velocidad y ya está. Después vas ganando experiencia y vas perdiendo ese instinto y se compensa. Hay que mantener ese equilibrio, entender hasta donde puedes llegar. Aleix Espargaró hace dos años estuvo peleando por el Mundial hasta que quedaban dos carreras, y ya era muy mayor. Cuando ya no compense, es hora de irte.
- Este año por primera vez acudió a un psicólogo deportivo.
- Parece un signo de debilidad, pero nada más empezar entendí que me estaba viniendo muy bien. Todos tenemos muchos miedos y situaciones complicadas. Y sobre todo, para manejar las emociones. Estás ansioso, agobiado, triste.. Saber por qué te pasa, entenderlo y poder vivir con eso. No agobiarte y que se haga una bola mucho más grande. He aprendido a confiar mucho más en mí y eso me ha ayudado mucho este año. Al final de la temporada pasada no estaba disfrutando, no dormía por las noches.
- Lleva compitiendo desde niño. ¿Siente que no tuvo infancia?
- Creo que tuve una gran infancia. Pero sí que he perdido algo, me hubiera gustado vivir la Universidad. Siempre he mantenido mis raíces, mis amigos de toda la vida. Y la época en la que ellos estaban en la Universidad yo estaba entrenando. Pero no me arrepiento. No me falta de nada, tengo una vida increíble. Y es un privilegio estar en mi posición con mi edad. Incluso si no hubiese ganado el Mundial. Pero si echase para atrás, me hubiese gustado vivir esa época. Pero no lo cambiaría por lo que soy ahora. Eso está clarísimo.
- ¿Cómo les va la vida a sus amigos?
- Ya están todos trabajando. Han estudiado sus carreras, ADE, Marketing… Y están intentando progresar. Tienen un vida totalmente diferente. Pensando ya hasta en formar una familia. Es otro estilo de vida. Pero cuando estoy con ellos intento que ni se hable de motos. Sólo disfrutar de ese momento, de echarnos un pádel, de lo que sea. Igual les veo una vez cada seis meses, pero al final son los de siempre.
- Se ha hablado de sus orígenes humildes, del sacrificio familiar para que pudiera dedicarse al motociclismo.
- Todo lo que mis padres ganaban iba para las motos. Es imposible devolverles lo que hicieron por mí. Querían que su hijo cumpliese su sueño. Y es de admirar que una familia lo diese todo, en vez de pensar en ellos o de gastarlo en vacaciones. Éramos una familia de clase media, no éramos pobres, pero era insostenible a largo plazo, no teníamos tanto dinero. Había muchísimos gastos en material, en viajes, me consiguieron llevar hasta donde pudieron y yo conseguí enseñar mi talento y alcanzar el siguiente nivel. Nunca podré agradecerles lo que han hecho. Que ya trabajen conmigo que, básicamente, no tengan jefe… O sea yo, eso es un orgullo.
- Entonces tenía 13 años, estaba en la Rookie Cup y era ganar o dejarlo.
- Cuando eres tan niño no te das cuenta. Pero el año de la Rookies yo sí me enteré, me di cuenta de que o ganaba o me iba a casa. Esa presión me ha servido este año. Recordándolo. O gano o dejo las motos… Ahí sí que había presión de verdad. Fueron momentos duros.
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