El Museo del Prado ha conseguido reunir las obras de El Greco (Candia, 1541-Toledo, 1614) destinadas al Convento de Santo Domingo el Antiguo, en Toledo, que fueron disgregándose poco a poco desde 1830 tras diversas ventas. Se trata de un conjunto pictórico que causó sensación y sorpresa en su momento, porque no existía constancia de que Doménikos Theotokópoulos fuera capaz de concebir algo tan ambicioso. Tres de las nueve pinturas que constituyeron los retablos del monasterio se han traído de allá, mientras que otras han llegado desde colecciones de diversas partes del mundo, como es el caso de la estrella del conjunto: La Asunción, un óleo de grandes dimensiones destinado al centro del retablo, que ha prestado The Art Institute of Chicago.. La exposición llega a su fin el 15 de junio y no habrá muchas más oportunidades en el futuro de contemplar una conjunción tan valiosa de sus originales -en el monasterio hay varias copias-, reflejo de un momento crucial en la vida de El Greco. 20minutos ha conversado con Leticia Ruiz, comisaria de la exposición y Jefa de Colección de pintura española del Renacimiento en el Museo del Prado. Ella es una de las mayores expertas mundiales en El Greco -está finalizando el Catálogo general de su obra- y nos ha desvelado numerosos detalles de la vida del pintor y las condiciones en que se fraguaron estas obras.. El reto de convencer a las monjas de Santo Domingo. Comenzamos por la tarea de reunir las piezas de este puzzle artístico. «Lo más laborioso ha sido convencer a las monjas del monasterio de Santo Domingo el Antiguo para que nos cedieran los cuadros -reconoce la comisaria-. Ellas se resistían, con razón, porque estos cuadros son su ‘modus vivendi’, aunque luego no van tantos visitantes, a pesar de ser un lugar maravilloso. Finalmente, el Prado va a hacerse cargo de la restauración de un importante cuadro de Eugenio Cajés que posee el monasterio».. De allí han llegado tres cuadros: La Resurrección, asunto este que no volvería a tratar el Greco hasta sus años finales; y un par de lienzos que representan a San Juan Evangelista y San Juan Bautista, obras ubicadas en Toledo a ambos lados de la réplica de La Asunción que tiene expuesta el monasterio. «Es una copia maravillosa, tan buena que hay que tener buen ojo para distinguirlo del original», reconoce Leticia Ruiz.. Estos dos Juanes se exponen sin marco, lo cual permite descubrir detalles habitualmente invisibles del trabajo del pintor. «Puede verse el mantelillo veneciano -un lienzo con hilos de lino trenzados en rombo-, la imprimación y el tono base que usó a lo largo de toda su producción. El Greco utiliza los pigmentos más costosos, como el azul ultramarino o lapislázuli», comenta Leticia Ruiz. El director del Museo del Prado, Miguel Falomir, cuando se inauguró la exposición, manifestó su asombro por el buen estado de estos dos cuadros y también destacó el empleo del color, que él atribuye a influencia de Veronés. Esto podremos cotejarlo ahora, visitando la gran exposición que el Prado acaba de inaugurar, dedicada a Paolo Veronese.. Los ocho lienzos de Santo Domingo el Antiguo fueron los primeros encargos que el Greco acometió en Toledo, facilitados por el derribo de una iglesia antigua (1576) y la construcción, en el mismo lugar, de un nuevo templo finalizado en 1579. Las pinturas destinadas al retablo mayor y los dos altares laterales, diseñados también por el propio pintor, se unen a otro encargo destacado, El Expolio, extraordinaria tela que se encuentra en la Catedral de Toledo, lo que constituyó una inmejorable carta de presentación para el pintor en nuestro país.. Diez años por Italia entre Tiziano y Tintoretto. Remontémonos a los años previos a su llegada a España, cuando El Greco abandonó su Creta natal con veintiséis años rumbo a Italia. «Llega a Venecia -capital de la República a la que pertenecía Creta-, ya formado como maestro del icono, un arte extraordinario desarrollado en tablas de pequeño formato pintadas al temple», relata la comisaria.. «Allí permanece tres años en los que pudo apreciar las grandes obras de Tiziano y Tintoretto, entre otros. El Greco tiene mucho de Tintoretto, pero también de Durero, como podemos ver en la composición de La Trinidad, que está en la exposición y se conserva en el Prado. Finalmente, como lo que se le demandaba en Venecia era prácticamente lo mismo que hacía en Creta, decide marcharse y pulula por Italia hasta acaba en Roma».. A lo largo de sus diez años en aquel país, el pintor griego fue asimilando numerosos conocimientos. «En Italia fue tomando buena nota en cuanto a perspectiva, arquitectura, disposición de las figuras y expresividad. Esto lo añade a su original concepto bizantino de pintura. Bizantinismo sumado al conocimiento de la pintura veneciana. Es lo que vemos en El expolio, con Cristo en un eje axial y toda esa multitud agolpada a su alrededor, sin espacio libre. Eso es puro concepto bizantino», señala la comisaria.. Expulsado por una falta grave y rumbo a España. ¿Cómo acabó el Greco emprendiendo viaje hacia España e instalándose en Toledo? «Sabemos que fue expulsado bruscamente del Palacio Farnesio -donde vivía en Roma bajo la tutela del cardenal Alessandro Farnesio-, acusado de una falta grave, aunque no conocemos de qué tipo», relata la comisaria. «Hasta Roma llegaban las noticias de la construcción de El Escorial, así que, dadas las circunstancias, debió decidirse a probar fortuna con Felipe II. Vino a Madrid a esperar su oportunidad, pero El Greco tenía un problema: no sabía pintar al fresco y eso era lo que el rey buscaba para decorar la Basílica».. Unos años después de la inauguración del monasterio de Santo Domingo el Antiguo, El Greco entregó un gran óleo a petición de Felipe II, El martirio de san Mauricio, que fue acogido con frialdad por el monarca. Tanto es así que, con el mismo motivo y dimensiones, fue encargado un nuevo ‘martirio’ a un pintor de segunda fila como Rómulo Cincinato.. Don Luis de Castilla, hijo de una personalidad que El Greco había conocido en Roma, fue quien propició el encargo. A ello se sumó que Theotokópoulos dejó embarazada a una mujer de Toledo, Jerónima de las Cuevas, lo que terminó por hacerle asentarse en la ciudad manchega, aunque nunca oficializaron su matrimonio.. Siempre ha resultado misterioso que El Greco diera un salto de calidad tan notable con estas obras toledanas realizadas entre 1577 y 1579, que consiguiera una maestría y coherencia tales, teniendo en cuenta su trayectoria anterior. Hay autores que, de repente, eclosionan y expresan todo lo que llevan dentro, pero, ¿no habrá un eslabón perdido, que sirviera de puente entre su anterior etapa y la madurez plasmada en Santo Domingo el Antiguo?. «Hay dos obras que apuntan maneras: La Anunciación (1576), que se exhibe en el Thyssen, y el Retrato de Vincenzo Anastagi (1575), propiedad de la Colección Frick de Nueva York -afirma Leticia-. Están pintadas su la época final en Roma y serían las únicas que permitirían entender cómo se le dio una oportunidad tan grande en España. De otro modo, sería como si a un jugador de Tercera regional se le ofreciera pasar directamente al Real Madrid», comenta Leticia Ruiz.. En cuanto al resto de obras que se exponen, hay que destacar La Adoración de los pastores, cedida por la Fundación Botín, una escena que El Greco sitúa en una especie de gruta donde las figuras parecen iluminadas por el propio Niño Jesús, creando un efecto mágico. Lamentablemente, no se ha podido completar la reunión con el Retrato de San Bernardo que está en el Museo Hermitage de San Petersburgo, por razones obvias, un cuadro que después de un largo periplo acabó en Berlín, donde fue confiscado como botín de guerra por la Unión Soviética.. El buen Greco frente al Greco enloquecido. La ubicación de este fabuloso conjunto en la Galería Central del Edificio Villanueva, permite echar una mirada a las pinturas de madurez del Greco, en la sala contigua, desde ese amplio espacio. El contraste de estilos es evidente y aquello desató controversia entre especialistas y artistas, según palabras de la comisaria. «En los últimos años de su vida, El Greco hace una pintura ensimismada, a contracorriente: figuras alargadas, imbricadas; una negación total del espacio; colores sin aparente orden ni concierto… Esto hace que los academicistas desprecien esa pintura tildándola de enloquecida y alaben el llamado ‘buen Greco’, más en la línea de Tiziano, que es el que se presenta en esta exposición. Quienes cambian el chip y se fijan especialmente en su etapa final son Picasso y otros artistas, ya en el siglo XX, que reivindican el último Greco como el más moderno».. Hasta el 15 de junio podremos confrontar esas dos caras de un pintor que marcó la historia del arte. El Greco falleció en abril de 1614, cuando el naturalismo tenebrista de Caravaggio se había convertido en la pintura de moda, imponiéndose al estilo alambicado del maestro cretense, ya en declive. No olvidemos que en el propio Museo del Prado, los primeros retratos que se expusieron en su colección permanente fueron relegados a lugares de paso como escaleras. Tuvieron que pasar muchos años para otorgarle el espacio y relevancia que su grandeza merece.
20minutos conversa con Leticia Ruiz, experta en El Greco, sobre las pinturas de Santo Domingo el Antiguo expuestas en el Museo del Prado hasta el 15 de junio
El Museo del Prado ha conseguido reunir las obras de El Greco (Candia, 1541-Toledo, 1614) destinadas al Convento de Santo Domingo el Antiguo, en Toledo, que fueron disgregándose poco a poco desde 1830 tras diversas ventas. Se trata de un conjunto pictórico que causó sensación y sorpresa en su momento, porque no existía constancia de que Doménikos Theotokópoulos fuera capaz de concebir algo tan ambicioso. Tres de las nueve pinturas que constituyeron los retablos del monasterio se han traído de allá, mientras que otras han llegado desde colecciones de diversas partes del mundo, como es el caso de la estrella del conjunto: La Asunción, un óleo de grandes dimensiones destinado al centro del retablo, que ha prestado The Art Institute of Chicago.. La exposición llega a su fin el 15 de junio y no habrá muchas más oportunidades en el futuro de contemplar una conjunción tan valiosa de sus originales -en el monasterio hay varias copias-, reflejo de un momento crucial en la vida de El Greco. 20minutos ha conversado con Leticia Ruiz, comisaria de la exposición y Jefa de Colección de pintura española del Renacimiento en el Museo del Prado. Ella es una de las mayores expertas mundiales en El Greco -está finalizando el Catálogo general de su obra- y nos ha desvelado numerosos detalles de la vida del pintor y las condiciones en que se fraguaron estas obras.. Retablo mayor del monasterio de Santo Domingo el Antiguo, en Toledo.Public Domain. Wikimedia. El reto de convencer a las monjas de Santo Domingo. Comenzamos por la tarea de reunir las piezas de este puzzle artístico. «Lo más laborioso ha sido convencer a las monjas del monasterio de Santo Domingo el Antiguo para que nos cedieran los cuadros -reconoce la comisaria-. Ellas se resistían, con razón, porque estos cuadros son su ‘modus vivendi’, aunque luego no van tantos visitantes, a pesar de ser un lugar maravilloso. Finalmente, el Prado va a hacerse cargo de la restauración de un importante cuadro de Eugenio Cajés que posee el monasterio».. De allí han llegado tres cuadros: La Resurrección, asunto este que no volvería a tratar el Greco hasta sus años finales; y un par de lienzos que representan a San Juan Evangelista ySan Juan Bautista, obras ubicadas en Toledo a ambos lados de la réplica de La Asunción que tiene expuesta el monasterio. «Es una copia maravillosa, tan buena que hay que tener buen ojo para distinguirlo del original», reconoce Leticia Ruiz.. Fragmento del San Juan Bautista que posee el monasterio de Santo Domingo el Antiguo, en Toledo.Adolfo Ortega. Estos dos Juanes se exponen sin marco, lo cual permite descubrir detalles habitualmente invisibles del trabajo del pintor. «Puede verse el mantelillo veneciano -un lienzo con hilos de lino trenzados en rombo-, la imprimación y el tono base que usó a lo largo de toda su producción. El Greco utiliza los pigmentos más costosos, como el azul ultramarino o lapislázuli», comenta Leticia Ruiz. El director del Museo del Prado, Miguel Falomir, cuando se inauguró la exposición, manifestó su asombro por el buen estado de estos dos cuadros y también destacó el empleo del color, que él atribuye a influencia de Veronés. Esto podremos cotejarlo ahora, visitando la gran exposición que el Prado acaba de inaugurar, dedicada a Paolo Veronese.. ‘San Juan Evangelista’ (1577-79), de El Greco.Toledo, Comunidad Religiosa de Santo Domingo «El Antiguo». Los ocho lienzos de Santo Domingo el Antiguo fueron los primeros encargos que el Greco acometió en Toledo, facilitados por el derribo de una iglesia antigua (1576) y la construcción, en el mismo lugar, de un nuevo templo finalizado en 1579. Las pinturas destinadas al retablo mayor y los dos altares laterales, diseñados también por el propio pintor, se unen a otro encargo destacado, El Expolio, extraordinaria tela que se encuentra en la Catedral de Toledo, lo que constituyó una inmejorable carta de presentación para el pintor en nuestro país.. Diez años por Italia entre Tiziano y Tintoretto. Remontémonos a los años previos a su llegada a España, cuando El Greco abandonó su Creta natal con veintiséis años rumbo a Italia. «Llega a Venecia -capital de la República a la que pertenecía Creta-, ya formado como maestro del icono, un arte extraordinario desarrollado en tablas de pequeño formato pintadas al temple», relata la comisaria.. ‘La dormición de la Virgen’ es un icono atribuido a El Greco, pintado en 1565.Catedral del Tránsito de la Virgen. Ermúpoli (Grecia) (Public Domain Wikimedia). «Allí permanece tres años en los que pudo apreciar las grandes obras de Tiziano y Tintoretto, entre otros. El Greco tiene mucho de Tintoretto, pero también de Durero, como podemos ver en la composición de La Trinidad, que está en la exposición y se conserva en el Prado. Finalmente, como lo que se le demandaba en Venecia era prácticamente lo mismo que hacía en Creta, decide marcharse y pulula por Italia hasta acaba en Roma».. ‘La Trinidad’ (1577-79), de El Greco, que formaba parte de la decoración del monasterio de Santo Domingo el Antiguo, en Toledo.Madrid, Museo Nacional del Prado. A lo largo de sus diez años en aquel país, el pintor griego fue asimilando numerosos conocimientos. «En Italia fue tomando buena nota en cuanto a perspectiva, arquitectura, disposición de las figuras y expresividad. Esto lo añade a su original concepto bizantino de pintura. Bizantinismo sumado al conocimiento de la pintura veneciana. Es lo que vemos en El expolio, con Cristo en un eje axial y toda esa multitud agolpada a su alrededor, sin espacio libre. Eso es puro concepto bizantino», señala la comisaria.. ‘El Expolio’ (1577-79), de El Greco, se conserva en el Cabildo de la Catedral de Toledo, Primada de España.Public Domain. Wikimedia. Expulsado por una falta grave y rumbo a España. ¿Cómo acabó el Greco emprendiendo viaje hacia España e instalándose en Toledo? «Sabemos que fue expulsado bruscamente del Palacio Farnesio -donde vivía en Roma bajo la tutela del cardenal Alessandro Farnesio-, acusado de una falta grave, aunque no conocemos de qué tipo», relata la comisaria. «Hasta Roma llegaban las noticias de la construcción de El Escorial, así que, dadas las circunstancias, debió decidirse a probar fortuna con Felipe II. Vino a Madrid a esperar su oportunidad, pero El Greco tenía un problema: no sabía pintar al fresco y eso era lo que el rey buscaba para decorar la Basílica».. Unos años después de la inauguración del monasterio de Santo Domingo el Antiguo, El Greco entregó un gran óleo a petición de Felipe II, El martirio de san Mauricio, que fue acogido con frialdad por el monarca. Tanto es así que, con el mismo motivo y dimensiones, fue encargado un nuevo ‘martirio’ a un pintor de segunda fila como Rómulo Cincinato.. Don Luis de Castilla, hijo de una personalidad que El Greco había conocido en Roma, fue quien propició el encargo. A ello se sumó que Theotokópoulos dejó embarazada a una mujer de Toledo, Jerónima de las Cuevas, lo que terminó por hacerle asentarse en la ciudad manchega, aunque nunca oficializaron su matrimonio.. Siempre ha resultado misterioso que El Greco diera un salto de calidad tan notable con estas obras toledanas realizadas entre 1577 y 1579, que consiguiera una maestría y coherencia tales, teniendo en cuenta su trayectoria anterior. Hay autores que, de repente, eclosionan y expresan todo lo que llevan dentro, pero, ¿no habrá un eslabón perdido, que sirviera de puente entre su anterior etapa y la madurez plasmada en Santo Domingo el Antiguo?. «Hay dos obras que apuntan maneras: La Anunciación (1576), que se exhibe en el Thyssen, y el Retrato de Vincenzo Anastagi (1575), propiedad de la Colección Frick de Nueva York -afirma Leticia-. Están pintadas su la época final en Roma y serían las únicas que permitirían entender cómo se le dio una oportunidad tan grande en España. De otro modo, sería como si a un jugador de Tercera regional se le ofreciera pasar directamente al Real Madrid», comenta Leticia Ruiz.. ‘Anunciación’ (1576) y ‘Retrato de Vincenzo Anastagi’ (1575), obras de El Greco previas a su llegada a España.Museo Thyssen- Bornemisza y Colección Frick de Nueva York. En cuanto al resto de obras que se exponen, hay que destacar La Adoración de los pastores, cedida por la Fundación Botín, una escena que El Greco sitúa en una especie de gruta donde las figuras parecen iluminadas por el propio Niño Jesús, creando un efecto mágico. Lamentablemente, no se ha podido completar la reunión con el Retrato de San Bernardo que está en el Museo Hermitage de San Petersburgo, por razones obvias, un cuadro que después de un largo periplo acabó en Berlín, donde fue confiscado como botín de guerra por la Unión Soviética.. ‘La adoración de los pastores’ (1577-79). El Greco.Colección Fundación Botín. El buen Greco frente al Greco enloquecido. La ubicación de este fabuloso conjunto en la Galería Central del Edificio Villanueva, permite echar una mirada a las pinturas de madurez del Greco, en la sala contigua, desde ese amplio espacio. El contraste de estilos es evidente y aquello desató controversia entre especialistas y artistas, según palabras de la comisaria. «En los últimos años de su vida, El Greco hace una pintura ensimismada, a contracorriente: figuras alargadas, imbricadas; una negación total del espacio; colores sin aparente orden ni concierto… Esto hace que los academicistas desprecien esa pintura tildándola de enloquecida y alaben el llamado ‘buen Greco’, más en la línea de Tiziano, que es el que se presenta en esta exposición. Quienes cambian el chip y se fijan especialmente en su etapa final son Picasso y otros artistas, ya en el siglo XX, que reivindican el último Greco como el más moderno».. ‘Inmaculada Oballe’ (1607), una obra de la última etapa de El Greco.Museo de Santa Cruz (Toledo). Hasta el 15 de junio podremos confrontar esas dos caras de un pintor que marcó la historia del arte. El Greco falleció en abril de 1614, cuando el naturalismo tenebrista de Caravaggio se había convertido en la pintura de moda, imponiéndose al estilo alambicado del maestro cretense, ya en declive. No olvidemos que en el propio Museo del Prado, los primeros retratos que se expusieron en su colección permanente fueron relegados a lugares de paso como escaleras. Tuvieron que pasar muchos años para otorgarle el espacio y relevancia que su grandeza merece.
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