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Cuando Alberto Núñez Feijóo convocó el XXI Congreso del PP, lo equiparó con el cónclave que eligió Papa a León XVI en sustitución del carismático Francisco. Una vez finalizada la asamblea, ya se puede decir que un cónclave no ha sido porque le ha faltado la emoción y el suspense de saber quién sería el elegido.. El presidente del PP entró presidente del PP y salió presidente del PP. Más el 99% de los votos. Como mucho, siguiendo con el lenguaje de la Iglesia, el congreso ha sido más parecido a un sínodo. Una asamblea de obispos procedentes de todo el mundo que se reúnen en torno al Papa de Roma para debatir las cuestiones que consideren necesarias con el fin de mejorar funcionamiento del gobierno de la institución y su misión pastoral.. En los sínodos también hay una asamblea plenaria y comisiones en las que se discuten ponencias, y finalmente se aprueban las actas. Igual que el congreso del PP ha aprobado la ponencia política, sin enmiendas ni tachaduras.. No hubo debate ni emoción por las votaciones, pero sí se escenificó desde el minuto uno hasta el minuto final el concepto griego de donde procede la palabra sínodo: «caminar juntos». Juntos caminaron como nunca lo hicieron en el pasado. Hasta en los momentos más prósperos de la historia del PP con mayoría absoluta había sus roces y sus cosas entre los dirigentes y las dirigentes. Ahora seguro que también los hay pero las rencillas no se manifiestan ni casi en privado.. El sínodo de la Iglesia lo convoca el Papa y lo clausura también el Papa. El sínodo del PP también lo clausuró Feijóo. Y aquí sí llegó la noticia del XXI Congreso del PP. Sabíamos ya que se iba a sustituir a Cuca Gamarra por Miguel Tellado y a éste por Ester Muñoz. Lo que no sabíamos era que Feijóo iba a pronunciar el gran discurso de su mandato en la clausura del primer congreso nacional convocado por él mismo. Una pieza oratoria de la política de antes, cuando no existían los tuits, ni la viralidad, ni los selfies, ni TikTok. El PP apreció al Feijóo que prometió hacer política para adultos y presentar ante los ciudadanos la alternativa de un partido serio.. En aquella época el orador debía convencer al público con discursos bien escritos y con la fuerza de sus convicciones. Había técnicas, claro que sí, pero ningún discurso triunfaba sin contenido o sólo con frases efectistas, o con la búsqueda del aplauso fácil.. Las intervenciones escuchadas en el congreso del PP hasta el mismo acto de clausura fueron parecidas a las de la sesión de control de los miércoles. El sanchismo es el infierno, la corrupción, el machismo, el puterío y la degradación. Dicho todo a la manera de cada uno o una de los que salían al escenario. Isabel Díaz Ayuso, la anfitriona del sínodo del PP, lo hizo a conciencia con todos los elementos del discurso anti woke y anti comunista. No faltó ni el cesto de fruta que le gusta, ni el «chándal caribeño» a la medida de Sánchez, ni las apelaciones a derribar el muro de Berlín que la presidenta madrileña aprecia en la España actual. Ayuso tomó prestada una parte de la doxología que resalta la gloria divina. «Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Señor», dice el cura en la misa. «Tuyo es el partido, vamos a estar en todo momento a tu lado», le dijo Ayuso a Feijóo.. El discurso del presidente del PP no tuvo nada que ver con el de la presidenta madrileña. No hizo concesiones al populismo de la derecha alternativa antisistema que recorre el mundo, ni a las consignas de pancarta, ni a los aplausos fáciles.. Feijóo trazó un diagnóstico, grave y firme, de la crisis por la que atraviesa la política española y desgranó su alternativa de Gobierno, los límites de las negociaciones en el caso de que haya necesidad de acuerdos con otras fuerzas y, lo que más llamó la atención, respondió a los interrogantes que la sociedad española se hace sobre por qué, cómo y para qué quiere ser presidente del Gobierno y gobernar en solitario.. El discurso de Feijóo tuvo, además, una gran dosis de compromiso y también de riesgo, ya que si resultara que como jefe de Gobierno hiciera cosas distintas a las que manifestó en la clausura de su congreso, los españoles le demandarán el incumplimiento de su palabra.. El mito del carácter gallego como la indefinición, la vaguedad y la imprecisión no apareció en el escenario del sínodo popular. Fue claro en sus compromisos y el reconocimiento de los errores del pasado resultó explícito. «Llegaremos, pero no va a ser un paseo por el campo, no cabe el descuido ni el exceso de confianza, no nos confiemos con la sonrisa de las encuestas, la única sonrisa que vale es la de las urnas».. Como bien dijeron muchos dirigentes del PP y también se desprendió implícitamente de la intervención de Feijóo, el principal enemigo del partido, de aquí a que se celebren las generales -cuando sea- , es «la impaciencia».
España // elmundo
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