Si Los Simpson fueran una serie española, alguien hubiera decidido exprimir su éxito estirando la duración de cada uno de sus capítulos de 20 minutos hasta crear un empacho nacional que acabaría con la propia serie. Pero los norteamericanos saben que la fuerza de una historia va estrechamente unida a su duración.. Y la familia Simpson sigue igual que hace 36 años. En concreción, y en cutis. No envejecen. Aunque sus actores de doblaje ya estén pidiendo la jubilación. Porque la interpretación vocal es lo único que un ordenador no puede falsear. Al menos, todavía.. Disney Plus ha estrenado en el día de Navidad el que se vende como ‘último capítulo’ de la serie más veterana de Estados Unidos. Fox ya estrenó el episodio en la televisión tradicional allá por octubre. Con cameos varios, empezando por Conan O’Brien -que fue guionista-, con guiños a Breaking Bad, Mad Men, Cheers, Juego de Tronos, Lost, La chica de la tele, Succession… y con la inteligencia artificial como protagonista. Porque el propio guion de esta entrega juega a que la IA ha escrito todas las tramas para cerrar bien la complejidad de unos dibujos animados que llevan en emisión ininterrumpida desde 1989.. ¿Y qué hace la IA para desarrollar un buen colofón de Los Simpson? Por supuesto, escanear millones de ideas ya hechas en la historia de la televisión para elaborar una nueva. Los Serrano inclusive. Conclusión: repite lo visto y no logra nada revolucionariamente nuevo.. Así la serie de Matt Groening continúa realizando un fino retrato de cómo es la sociedad norteamericana y, ahora, también, de cómo son las máquinas que aprenden de nosotros. De hecho, la IA se sabe de carrerilla toda la teoría para finiquitar una ficción de tanto calado. Hay que conseguir una frase memorable que se quede en el imaginario colectivo. Y, además, se deben concluir las historias personales sembrando un hilillo de esperanza que no desmotive la vida gris del espectador. Mejor si el desenredo cuenta con la suficiente astucia para que puedan surgir spin-offs que den una segunda oportunidad en solitario a personajes icónicos. Y seguir sacando rédito a una rentable franquicia.. Pero, al final, los sentimientos del personaje principal arrasan con los cálculos de los algoritmos. La inteligencia emocional de Bart no se puede pronosticar y fagocita a la Inteligencia Artificial. Bart no quiere el giro de guion que le obliga a crecer. Su edad debe seguir congelada en sus diez años perpetuos. Una licencia dramática que, tal vez, permite evidenciar cómo nosotros cambiamos mientras todo sigue igual en Springfield. Todo sigue igual a cuando éramos más ilusos y menos reticentes. Incluso que Los Simpson continúen parados en ese Estados Unidos de finales de los ochenta delata con más ímpetu cómo la mentalidad social no avanza tanto como nos creímos.. Pero no hagamos (más) spoilers de un capítulo final que, en realidad, es el comienzo de otra temporada de una serie interminable que Disney Plus va a permitir que dure muchos años, aunque deje de emitirse en la televisión tradicional donde nació, Fox, cosa que será más pronto que tarde. Los Simpson son como Mickey Mouse: sobrevivirán a su creador y al canal que creyó en ellos. Al menos, lo harán siempre que mantengan el superpoder del surrealismo que se adelanta al futuro, por muy distópico que parezca. ¿Cómo se consigue esto? Porque la comedia de la exageración traspasa cuando es hábil captando las avaricias humanas desde que inician su germinación. Y nos sentimos reflejados. Y nos reímos. Y menos mal que nos reímos.
¿Qué hace la IA para desarrollar un buen colofón de Los Simpson?
Si Los Simpson fueran una serie española, alguien hubiera decidido exprimir su éxito estirando la duración de cada uno de sus capítulos de 20 minutos hasta crear un empacho nacional que acabaría con la propia serie. Pero los norteamericanos saben que la fuerza de una historia va estrechamente unida a su duración.. Y la familia Simpson sigue igual que hace 36 años. En concreción, y en cutis. No envejecen. Aunque sus actores de doblaje ya estén pidiendo la jubilación. Porque la interpretación vocal es lo único que un ordenador no puede falsear. Al menos, todavía.. Disney Plus ha estrenado en el día de Navidad el que se vende como ‘último capítulo’ de la serie más veterana de Estados Unidos. Fox ya estrenó el episodio en la televisión tradicional allá por octubre. Con cameos varios, empezando por Conan O’Brien -que fue guionista-, con guiños a Breaking Bad, Mad Men, Cheers, Juego de Tronos, Lost, La chica de la tele, Succession… y con la inteligencia artificial como protagonista. Porque el propio guion de esta entrega juega a que la IA ha escrito todas las tramas para cerrar bien la complejidad de unos dibujos animados que llevan en emisión ininterrumpida desde 1989.. ¿Y qué hace la IA para desarrollar un buen colofón de Los Simpson? Por supuesto, escanear millones de ideas ya hechas en la historia de la televisión para elaborar una nueva. Los Serrano inclusive. Conclusión: repite lo visto y no logra nada revolucionariamente nuevo.. Así la serie de Matt Groening continúa realizando un fino retrato de cómo es la sociedad norteamericana y, ahora, también, de cómo son las máquinas que aprenden de nosotros. De hecho, la IA se sabe de carrerilla toda la teoría para finiquitar una ficción de tanto calado. Hay que conseguir una frase memorable que se quede en el imaginario colectivo. Y, además, se deben concluir las historias personales sembrando un hilillo de esperanza que no desmotive la vida gris del espectador. Mejor si el desenredo cuenta con la suficiente astucia para que puedan surgir spin-offs que den una segunda oportunidad en solitario a personajes icónicos. Y seguir sacando rédito a una rentable franquicia.. Pero, al final, los sentimientos del personaje principal arrasan con los cálculos de los algoritmos. La inteligencia emocional de Bart no se puede pronosticar y fagocita a la Inteligencia Artificial. Bart no quiere el giro de guion que le obliga a crecer. Su edad debe seguir congelada en sus diez años perpetuos. Una licencia dramática que, tal vez, permite evidenciar cómo nosotros cambiamos mientras todo sigue igual en Springfield. Todo sigue igual a cuando éramos más ilusos y menos reticentes. Incluso que Los Simpson continúen parados en ese Estados Unidos de finales de los ochenta delata con más ímpetu cómo la mentalidad social no avanza tanto como nos creímos.. Pero no hagamos (más) spoilers de un capítulo final que, en realidad, es el comienzo de otra temporada de una serie interminable que Disney Plus va a permitir que dure muchos años, aunque deje de emitirse en la televisión tradicional donde nació, Fox, cosa que será más pronto que tarde. Los Simpson son como Mickey Mouse: sobrevivirán a su creador y al canal que creyó en ellos. Al menos, lo harán siempre que mantengan el superpoder del surrealismo que se adelanta al futuro, por muy distópico que parezca. ¿Cómo se consigue esto? Porque la comedia de la exageración traspasa cuando es hábil captando las avaricias humanas desde que inician su germinación. Y nos sentimos reflejados. Y nos reímos. Y menos mal que nos reímos.
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