Leer
Leer
Tuvo que ser Morata, el gran capitán del equipo, el que hiciera de diablo. España no sólo perdía otro título en su feria imperial, también perdía su imbatibilidad. Todo junto: ¿Final de un sueño maravilloso? No lo sé, pero ni contra Francia ni contra Portugal, la selección española fue ese excelso equipo increíble, con un juego especial y majestuoso .. Bueno, no se puede ganar siempre, pero quizá la pérdida de este título signifique que habría que darle otra vuelta de tuerca a la deferencia de De la Fuente, a veces, persiguiendo demonios y con un rictus de no tener un carisma especial.. En todos estos gloriosos tiempos de la era Luis De la Fuente, Portugal ha sido la selección que más perjudicó al juego de los campeones. En ningún otro partido hemos visto un mediano Lamine Yamal, sim tirar, sin irse de la sombra de ese fenómeno que es Nuno Mendes, que hizo un gol y dio el otro a Ronaldo. Lamine ni siquiera tuvo ganas de tratar de librarse de Mendes.. Tampoco Nico Williams fue especialmente vital, salvo en el primer tiempo, con ese lateral tan mediocre que no tuvo más remedio Roberto Martínez de sustituirlo por Semedo. Desde ese momento, Nico Williams se fundió en rojo.. Que Nico fuera el mayor peligro en el primer tiempo fue porque Roberto Martínez se equivocó en empeñarse con Conceiçao, que fue borrado por las buenas o por las malas por el implacable Cucurella, que fue pitado durante todo el partido.. Es curioso como baja hasta la desesperación la selección en el segundo tiempo, como ya pasó el otro día con Francia. Todo fue peor, como en el anterior caso, cuando desapareció Pedri y le dio la opción a Isco, que no es lo mismo y recorre muchos menos metros.. No se sabe la razón de por qué el seleccionador utiliza tan poco Baena. No tiene la dinámica de los jugadores que hacen los rondos, pero es un jugador muy directo.. De La Fuente hizo bien en quitar a Lamine Yamal. Toda la primera fase de la prórroga fue de Portugal, hasta tal punto que amedrentaba al equipo campeón. No sucedió lo mismo en la segunda parte, aunque Zubimendi, que fue un héroe, ya estaba más cansado.. Hasta Morata tuvo su oportunidad, pero el partido era muy cobarde. Uno y otro equipo preferían arrugarse y jugársela todo en los penaltis. Y eso fue lo que ocurrió.. No fue un gran partido. Sólo tuvo pasión, inquietud y fue demasiado cerebral. Mucho miedo. Todo fue igualado, excesivamente conservador. Y Portugal está más acostumbrado al embrollo, más que la felicidad del juego español.
Deportes // elmundo