El tumulto de Leire Díez condensa la estética de la legislatura. Si Sánchez tiene que convertir el debate público en la cantina de ‘La Guerra de las Galaxias’, manda a Óscar López. Si tiene que escupir al muñón de Madina, manda a Óscar Puente Leer
El tumulto protagonizado por Leire Díez, Javier Pérez Dolset y Víctor de Aldama es la representación estética de la propuesta ética que emana del pacto electoral de 2023. Se resume en el intento de Pedro Sánchez, perdedor en las urnas, por perpetuarse en el poder a costa de transformar el modelo constitucional vigente en otro plurinacional sin el apoyo explícito de la ciudadanía.. El engendro de intereses de los actores implicados, los que votaron a favor de la investidura, ha degradado la vida política a una réplica de La familia de la tele, esto es, ha convertido el espacio común, dentro y fuera de RTVE, en un reality de frikis.. Por el principio. Hace dos años y una semana, el presidente del Gobierno respondió al hundimiento del PSOE en las elecciones autonómicas con la convocatoria de generales anticipadas. La supervivencia de Sánchez se articulaba sobre dos golpes tácticos y los dos funcionaron. Alberto Núñez Feijóo careció de liderazgo suficiente para ordenar los acuerdos de sus barones con Vox. Y la negociación que desde hacía meses mantenían Santos Cerdán y Carles Puigdemont fructificó en el Parlamento a cambio de amputar a éste sus funciones de control constitucional y trasladarlas a la Fundación Henri Dunant de Ginebra.. A veces se nos olvida. Pero es allí donde se reúnen PSOE y Junts bajo la supervisión de un mediador salvadoreño y la tutela de Zapatero para poner sobre la mesa aspectos basilares para la soberanía nacional sin que nadie sepa en qué términos.. Entre tanto, el Gobierno ha capturado la mayoría de los órganos públicos a través de los que trata de transformar cultura política del país desde un modelo de consensos a otro populista. Lo mismo vale instruir a la Fiscalía o el Tribunal Constitucional para revestir de legalidad las medidas más arbitrarias de su proyecto -sentencia de los ERE o amnistía separatista- que hacer de la televisión pública el apéndice catódico de La Moncloa.. El proyecto de Sánchez, que sigue en marcha, está cogiendo a demasiada velocidad las curvas. Sin Presupuestos ni mayoría parlamentaria, la carretera se estrecha tanto que casi no puede ni despegar el Falcon. Hay sobresaltos más pintorescos y otros menos, aunque muy graves. Entre los segundos destaca el consumo abrasivo de capital político en los organismos internacionales, no en favor de los intereses del país, sino de su propias urgencias domésticas.. El presidente ha recibido un par revolcones de la Comisión Europea por querer imponer el catalán como lengua oficial y por travestir de populismo plebiscitario su oposición a la OPA del BBVA sobre el Sabadell en un momento en que la amenaza de Putin exige concentración. Va camino del tercero, en la cumbre de la OTAN. La tentación de utilizar la operación financiera y el aumento del gasto militar para erigirse en adalid frente a la gran banca y a Donald Trump tiene mucho riesgo. Y va a asumirlo.. No puede subir el presupuesto en Defensa sin presupuestos generales. Por lo que si hay que convertir el debate político en la cantina de La Guerra de las Galaxias, manda a Óscar López. Y si tiene que escupir al muñón de Madina, manda a Óscar Puente. Como hacía con Lambán a través de Ábalos.
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El tumulto de Leire Díez condensa la estética de la legislatura. Si Sánchez tiene que convertir el debate público en la cantina de ‘La Guerra de las Galaxias’, manda a Óscar López. Si tiene que escupir al muñón de Madina, manda a Óscar Puente Leer