Hoy se cumplen 40 años de la adhesión de España a la Comunidad Europea. El emergente euroescepticismo contrasta con aquel consenso de 1985: «Nada unía más» Leer
El 12 de junio de 1985, la banda terrorista ETA asesinó a cuatro ciudadanos en Madrid. Eran Esteban Del Amo García, José Millarengo de Bernedo, Juan García Jiménez y Vicente Romero González Calatayud. Una jornada negra más de los años de plomo de España, que encontró una ventana de esperanza en el Palacio Real, a pocos kilómetros de los atentados. Porque ese día, con el salón de columnas decorado con las banderas de Francia, Alemania, Bélgica, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Dinamarca, Irlanda, Reino Unido y Grecia, se firmó el tratado de adhesión de España y Portugal a la Comunidad Económica Europea. Y el gobierno de Felipe González eligió una de las estancias más emblemáticas del Palacio Real para respaldar la rúbrica del documento que cambiaría todo en España. Después de la Guerra Civil, de 36 años de dictadura, 17 de terrorismo y ocho de negociaciones, España pasaba a formar parte de la asociación de países que había nacido con el Tratado de Roma de 1957.. No fue un camino fácil. Franco lo intentó en 1962, pero fue vetado. Superada la Transición, Adolfo Suárez lo solicitó de nuevo formalmente en 1977 y se consiguió en 1985, con aquella firma histórica de la que hoy se cumplen 40 años. Los poderes del Estado lo van a celebrar con un acto hoy en el mismo salón de columnas. Un compromiso que presidirá el Jefe del Estado, Felipe VI, y al que asistirá el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; los presidentes del Congreso, Francina Armengol; y del Senado, Pedro Rollán; así como representantes del Tribunal Superior de Justicia y del Tribunal Supremo. Se ha invitado a los ex presidentes también a un acto con poco aforo, que contará con la presencia del presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y en el que los discursos -Sánchez, Costa y Don Felipe-, se intercalarán con de piezas musicales. Un acto austero aunque solemne para conmemorar 40 años en la Comunidad Económica Europea, hoy la Unión Europea.. Felipe González firma el Tratado de Adhesion de España a la CEE.EFE. «España era entonces un país más atrasado. No se puede decir que era mejor que ahora, porque había terrorismo, pero sí que aún había flecos de la ilusión de la Transición. Un sentimiento que se contagió al de pertenecer a Europa, que era de lo que más unía», analiza Ignacio Molina, investigador del Real Instituto Elcano y, profesor en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid. «Pocas cosas unieron más que la adhesión», concluye. Todos los partidos políticos, incluso el Partido Comunista, estaban ilusionados con la idea. Y fueron años de negociación técnica con escollos políticos. Francia intentó obstaculizar la adhesión, también Grecia, que era aliado primero de Giscard d’Estaing y luego de Mitterrand.. Felipe González es la única autoridad española viva de los firmantes, con Manuel Marín, secretario de Relaciones con Europa, y Fernando Morán, ministro de Exteriores, en la memoria. Ayer, durante un acto en Toledo, González recordó las palabras de la entonces primera ministra británica, Margaret Thatcher: «Va a haber dos negociaciones, la de adhesión y la de incorporación, porque desde que firmas la adhesión, se revisa todo de nuevo. Y así fue». La entrada produjo, como recuerda Molina, «un impacto emocional, identitario, que no es un elemento tangencial pero sí importante». Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, resumió ese sentimiento durante la cita organizada por el Real Instituto Elcano ayer: «Era entrar en Europa, un anhelo inherente de los españoles».. Pero más allá del sentimiento de pertenencia, no fue hasta los años 90 cuando los beneficios de la adhesión se tradujeron en ventajas económicas. El Tratado de Maastricht de 1992 y la creación del Fondo de Cohesión de 1994 dieron paso a la armonización europea y a la liberalización de la economía. Según analizaba Rafael Doménech en Actualidad Económica el pasado domingo, en estas cuatro décadas «el PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo se ha multiplicado por 2,5. La brecha con los 15 países que entonces formaban la Unión Europea se ha reducido en 15 puntos porcentuales, alcanzando en 2025 el 88,1% del promedio. Durante estos años se produjo una internacionalización de la economía española muy intensa: las exportaciones de bienes y servicios sobre PIB aumentaron del 20,9% de 1985 (WB) al 37,1% de principios de 2025».. «España podría haber sido mucho más influyente en estos 40 años», matiza Molina, quien recuerda que es uno de los países más grandes de los 27 -cuarto por población y economía, en ambos casos tras Alemania, Francia e Italia-. Sin embargo, sí reconoce grandes logros impulsados por los distintos Gobiernos a lo largo de estas décadas. De Felipe González recuerda el respaldo a la ciudadanía europea y los fondos de cohesión. Con José María Aznar tuvo lugar la presidencia española del Consejo, en el año 2002. Fue entonces cuando se impulsó la política antiterrorista y la euroorden, dos elementos imprescindibles para conseguir la cooperación judicial para las extradiciones de terroristas de ETA. Hasta que España entró en la Comunidad Económica Europea, Francia se había convertido en un refugio de etarras, que veían cómo sus crímenes quedaban impunes al conseguir cruzar los Pirineos.. Pese a este avance imprescindible, también ha habido momentos controvertidos, como el apoyo de España y Reino Unido a la invasión de Irak por parte de Estados Unidos. Ello provocó la división entre los miembros de la Unión Europea. La crisis económica que comenzó en España bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero dejó al país en una situación de debilidad que no se resolvió hasta 2012. Molina subraya que el periodo 2008-2012 fue el único en el que España no tuvo representación en el Banco Central Europeo.. A Mariano Rajoy le atribuye el apoyo a la fortaleza del euro en 2012, cuando la fuerte recesión provocó que algunos países cuestionaran la utilidad de la moneda única. Pese a ello, asegura que «España mostró enorme debilidad: en lugar de tratar de gestionarlo, se sometió a lo que dijo Europa». El reproche sobre ver Europa como a un padre es algo que comparte Felipe González, que insistía ayer en que no se puede elevar a las instituciones comunitarias cuestiones de política interna. Sin embargo, los dictámenes europeos velan por el normal funcionamiento de las instituciones españolas. Esta semana, la Comisión advirtió en sus alegaciones al Tribunal de Justicia de la UE de que la amnistía a los políticos del procés cuestiona los tratos de la Unión. Por último, Molina asegura que Pedro Sánchez aprendió la lección de la crisis de 2008 y en la gestión de la pandemia hizo un buen trabajo con la puesta en marcha de los fondos next generation.. «El europeísmo de los españoles es bueno, pero muchas veces hemos delegado lo que interesa al país a Europa, tenemos un europeísmo intuitivo, pero poco proactivo para el tamaño del país», insiste el investigador de Elcano. «Podríamos haber sido más convincentes con los intereses de España a nivel internacional», valora en referencia a los lazos con Latinoamérica y el norte de África. Dos zonas geográficas estratégicas para España y a las que Europa presta menos atención en favor de su frontera Este.. Pese a la ilusión que se respiró en España hace 40 años, «el europeísmo ha erosionado un poco a los ciudadanos y el euroescepticismo de algunos partidos, como Vox, que agrupa el 15% del voto, son negativos para Europa, que necesita que’ se haga pedagogía de su utilidad para el futuro», cierra Molina, advierte.. Felipe González y Cavaco Silva.EFE. NUEVAS POLÍTICAS CON «MÁS INTEGRACIÓN Y AUTORRESPONSABILIDAD». Para el ex presidente del Gobierno Felipe González es menester que Europa se haga «cargo de sí misma ahora porque si queda en manos de la geopolítica que estamos viviendo, que es una verdadera locura y un disparate, lo pasaremos muy mal». Así lo advirtió durante el evento ‘Un camino compartido: 40 años de España y Portugal en la Unión Europea’, en el que dialogó sobre el pasado y el futuro de la entidad geopolítica junto al ex presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva. En esta línea, defendió el aumento del gasto en defensa del Ejecutivo, pero exigiendo saber «de qué partida presupuestaria sale» el dinero destinado a tal fin.. Bajo el punto de vista del ex dirigente socialista, en la UE debe haber una nueva política «de mayor grado de integración y de autorresponsabilidad europea», al tiempo que defendió también una nueva política de defensa y de seguridad. Por su parte, Cavaco Silva, que tildó la entrada de su país como «una contribución decisiva para consolidar la democracia, la economía y encontrar nuevas oportunidades», se congratuló de que España y Portugal «no dudaron nunca» en forma parte de la UE y abogó por «una profundización de la integración», frente a los «hacedores de muros». Defendió que la UE «benefició mucho» a «dos países con un conocimiento muy profundo de África y de América Latina».. En esa línea, González propuso y analizó un tratado comercial de la UE con Mercosur como algo «bueno para todas las partes», animando a quienes están en contra a «quitarse los velos y las telarañas».. LA UNIÓN EUROPEA, FRENO AL TERRORISMO ETARRA. España firmó el tratado de adhesión a la Unión Europea en años de terrorismo y miedo, en los que los asesinos de ETA logaban cruzar los Pirineos y encontrar en Francia un refugio tras sus crímenes. Según recuerda el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE), el día de la rúbrica del documento la jornada comenzó con José Ignacio de Juan Chaos matando a tiros al coronel Vicente Romero González-Calatayud y a su chófer, Juan García Jiménez, en la calle General Oraá. Huyó en un coche con Belén González Peñalva y otro etarra, todos miembros del comando Madrid. Abandonaron el vehículo en el aparcamiento de El Corte Inglés de la calle Goya con 24 kilos de Goma 2. ETA avisó a la Policía Nacional de la ubicación del automóvil, el primer coche bomba que la banda terrorista colocaba en la capital. Los miembros de los Tedax Esteban del Amo García y Gerardo Puente se afanaban en desactivar el artefacto cuando se produjo la explosión. Esteban del Amo falleció y su compañero, quedó herido grave del brazo izquierdo.
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