En un escenario fractal, del suelo, sobre el suelo, la geometría hiperbólica quiere llevarse por delante la memoria del opositor a cátedras, del profesor de instituto en la provincia, tan cerca de Soria que casi la puedo tocar. Mis matemáticas, un libro sobre Azaña de Federico Jiménez Losantos, el único ciclista que ganó el corazón de los misiles. Antonio Machado se despierta en el cementerio de la Almudena y les pregunta a los fantasmas de Larra, al de García Lorca y Valle-Inclán, le pregunta al hombre de las llaves, que oía cómo crecía su hijo, Francisco Umbral, dónde está su hermano: Manuel, solo y aturdido se lo confirma, los Machado siempre están muertos. Al revés que Umbral, o que Miguel de Unamuno. Los hermanos Machado de Carles Esquembre editado por Planeta, una revisión abrupta, un blanco y negro en la primera fila de una tragedia en seis actos (Hoy son siempre todavía).. El desorden republicano, la ceguera, la sangre y el fuego. Patriotas como Miguel Hernández. Patriotas como Manuel Machado. Sombreros, cigarrillos, sobrepeso, prostíbulos, máscaras, básculas exigentes. Busco los libros de los Machado entre mis amigos. Algunos me mandan fotos, pero, al final, tengo que hacer la fotografía de las obras de Manuel Machado en la biblioteca de Ateca. Nadie recuerda, nadie escucha a Manuel.. Demonio y fauno (antes de irnos, recuerdo la imaginería del Teatro Pánico, tiene algo de las trincheras y los desguaces de Fernando Arrabal y del esculpido infernal de Mike Mignola). De ahí lo de Fauno, «El laberinto del fauno» con Guillermo del Toro, en la España de Franco, la que no conoció Antonio. Lumbre y pan. Y miedo, claro. El mismo miedo o distinto que el que hubiera llegado con el Frente Popular. Es ficción. Es terror, el terror era más abundante que la harina.. Se rompe la cuarta pared por simplismo. El tiempo para el perdón es maleable: ¿Cuánto hace que murió tu abuelo, Octavio? ¿Y el tuyo? Y la abuela, una niña, cuando llegó aquel miliciano a llevarse a su padre, diciéndole que venía a buscar corderos, y se llevó a su padre y a su tío, cura y los encontraron en una cuneta dos pueblos más allá. Y pasarán años y seguirán echándole la culpa a Manuel Machado. No seré yo, lo prometo.. A mí me metieron en mi tumba olvidado, a mí me olvidaron después de meterme en la tumba.. El entierro en Francia encumbra a los mitos, desde Oscar Wilde a Jim Morrison pasando por Antonio Machado. Tumbas llenas de banderas y poetas, la mitología de lo superficial. Qué estructura más desordenada, el teatro de lo absurdo, el blanco y negro, seis actos, una geometría no euclídea en el escenario, una representación hiperbólica en el suelo, como si quisiera absorber la vida y la luz, como si quisiera alimentarse de la tristeza y de la muerte de los poetas.. Los dos hermanos, simientes y simbióticos, los dos hermanos, mellizos y atorados en la historia. Aprender a pensar para pelear contra el poder absoluto del fascismo, contra la tabula rasa del comunismo. Entre Adolf y Josef, qué tendrán que ver los Machado. Buena pregunta. Prefiero disfrutar del instante de la zoología, del nautilus de esa representación matemática de la función logarítmica. Un salto.. La guerra no es una explosión de la nada. Está el barco en Cuba y el desembarco en Alhucemas, la causa, las esporas del tiempo que han repartido pólvora, de Maine a Marruecos, Cuba y Filipinas. Por mil pesetas te escaqueas. ¿Qué hemos hecho con España que ahora se odia a sí misma? Hemos pasado de un patriotismo patético a un demencial bombardeo. Los soldados, todos, cualquiera de ellos, volvía de la derrota andrajosos y cascados. En el final del tercer acto.. Antes de Morrison estaba Paul Verlaine. Y después, Rubén Darío, con la pobre niña, otro que mezclaba alcohol, mujeres niñas, niñas mujeres, poesía para modernos dandis que soñaban con ser obreros. La Nación, ese periódico medio fachoso del que todos los escritores argentinos hablan en sus novelas. París con aguacero, pero sin un mal Clarín que te cubra la cabeza. Juan Ramón Jiménez y Ramón del Valle Inclán llaman desde Madrid. Y los trescientos francos que les deja Rubén Darío para volver a España.. Esa escena mayúscula, como la del fauno, como la de la geometría hiperbólica, en la que se produce la muerte de Leonor. Siempre la duda. ¿Una niña sana y joven? ¿Y las aficiones carnales de su marido maduro? AY si la sangre enferma viniera del poeta.. Pero allí, la esfinge, asusta y la muerte que atrapa, casi hasta convertir su tos, su sangre, no sabes cuánto hice por contagiarme, se hablan entre sí los hermanos, como sacados de una escena capitular (permítanme el atrevimiento) del Starman de James Robinson.. Qué dibujo, qué intensidad, la mitología de los monstruos en tinta, un Metrópolis orgánico, lo que hace grande la viñeta.. Manuel Machado en la guerra de trincheras, en el gas mostaza y el barro, los niños disparando por países y fronteras que ahora nadie recuerda. ¿Y si Manuel Machado quiso evitar aquello? Toda una vida de intoxicación y tristeza. El final, que los alcanza con una muerte, la de unos ancianos que ninguno de nosotros conoce.. Salvaje y triste, con cigarrillos esqueléticos o esqueletos fumando cigarrillos. No son las dos Españas, es la única España. La mía.
Los hermanos Machado, una ficción teatral trágica en viñetas.
En un escenario fractal, del suelo, sobre el suelo, la geometría hiperbólica quiere llevarse por delante la memoria del opositor a cátedras, del profesor de instituto en la provincia, tan cerca de Soria que casi la puedo tocar. Mis matemáticas, un libro sobre Azaña de Federico Jiménez Losantos, el único ciclista que ganó el corazón de los misiles. Antonio Machado se despierta en el cementerio de la Almudena y les pregunta a los fantasmas de Larra, al de García Lorca y Valle-Inclán, le pregunta al hombre de las llaves, que oía cómo crecía su hijo, Francisco Umbral, dónde está su hermano: Manuel, solo y aturdido se lo confirma, los Machado siempre están muertos. Al revés que Umbral, o que Miguel de Unamuno. Los hermanos Machado de Carles Esquembre editado por Planeta, una revisión abrupta, un blanco y negro en la primera fila de una tragedia en seis actos (Hoy son siempre todavía).. PáginaPlaneta Comic. El desorden republicano, la ceguera, la sangre y el fuego. Patriotas como Miguel Hernández. Patriotas como Manuel Machado. Sombreros, cigarrillos, sobrepeso, prostíbulos, máscaras, básculas exigentes. Busco los libros de los Machado entre mis amigos. Algunos me mandan fotos, pero, al final, tengo que hacer la fotografía de las obras de Manuel Machado en la biblioteca de Ateca. Nadie recuerda, nadie escucha a Manuel.. Manuel MachadoBiblioteca de Ateca. Demonio y fauno (antes de irnos, recuerdo la imaginería del Teatro Pánico, tiene algo de las trincheras y los desguaces de Fernando Arrabal y del esculpido infernal de Mike Mignola). De ahí lo de Fauno, «El laberinto del fauno» con Guillermo del Toro, en la España de Franco, la que no conoció Antonio. Lumbre y pan. Y miedo, claro. El mismo miedo o distinto que el que hubiera llegado con el Frente Popular. Es ficción. Es terror, el terror era más abundante que la harina.. Se rompe la cuarta pared por simplismo. El tiempo para el perdón es maleable: ¿Cuánto hace que murió tu abuelo, Octavio? ¿Y el tuyo? Y la abuela, una niña, cuando llegó aquel miliciano a llevarse a su padre, diciéndole que venía a buscar corderos, y se llevó a su padre y a su tío, cura y los encontraron en una cuneta dos pueblos más allá. Y pasarán años y seguirán echándole la culpa a Manuel Machado. No seré yo, lo prometo.. LibrosBiblioteca de Ateca. A mí me metieron en mi tumba olvidado, a mí me olvidaron después de meterme en la tumba.. El entierro en Francia encumbra a los mitos, desde Oscar Wilde a Jim Morrison pasando por Antonio Machado. Tumbas llenas de banderas y poetas, la mitología de lo superficial. Qué estructura más desordenada, el teatro de lo absurdo, el blanco y negro, seis actos, una geometría no euclídea en el escenario, una representación hiperbólica en el suelo, como si quisiera absorber la vida y la luz, como si quisiera alimentarse de la tristeza y de la muerte de los poetas.. recorteOctavio Gómez. Los dos hermanos, simientes y simbióticos, los dos hermanos, mellizos y atorados en la historia. Aprender a pensar para pelear contra el poder absoluto del fascismo, contra la tabula rasa del comunismo. Entre Adolf y Josef, qué tendrán que ver los Machado. Buena pregunta. Prefiero disfrutar del instante de la zoología, del nautilus de esa representación matemática de la función logarítmica. Un salto.. La guerra no es una explosión de la nada. Está el barco en Cuba y el desembarco en Alhucemas, la causa, las esporas del tiempo que han repartido pólvora, de Maine a Marruecos, Cuba y Filipinas. Por mil pesetas te escaqueas. ¿Qué hemos hecho con España que ahora se odia a sí misma? Hemos pasado de un patriotismo patético a un demencial bombardeo. Los soldados, todos, cualquiera de ellos, volvía de la derrota andrajosos y cascados. En el final del tercer acto.. recorteOctavio Gómez. Antes de Morrison estaba Paul Verlaine. Y después, Rubén Darío, con la pobre niña, otro que mezclaba alcohol, mujeres niñas, niñas mujeres, poesía para modernos dandis que soñaban con ser obreros. La Nación, ese periódico medio fachoso del que todos los escritores argentinos hablan en sus novelas. París con aguacero, pero sin un mal Clarín que te cubra la cabeza. Juan Ramón Jiménez y Ramón del Valle Inclán llaman desde Madrid. Y los trescientos francos que les deja Rubén Darío para volver a España.. Esa escena mayúscula, como la del fauno, como la de la geometría hiperbólica, en la que se produce la muerte de Leonor. Siempre la duda. ¿Una niña sana y joven? ¿Y las aficiones carnales de su marido maduro? AY si la sangre enferma viniera del poeta.. CamposInés Roncal. Pero allí, la esfinge, asusta y la muerte que atrapa, casi hasta convertir su tos, su sangre, no sabes cuánto hice por contagiarme, se hablan entre sí los hermanos, como sacados de una escena capitular (permítanme el atrevimiento) del Starman de James Robinson.. PáginaPlaneta Comic. Qué dibujo, qué intensidad, la mitología de los monstruos en tinta, un Metrópolis orgánico, lo que hace grande la viñeta.. Manuel Machado en la guerra de trincheras, en el gas mostaza y el barro, los niños disparando por países y fronteras que ahora nadie recuerda. ¿Y si Manuel Machado quiso evitar aquello? Toda una vida de intoxicación y tristeza. El final, que los alcanza con una muerte, la de unos ancianos que ninguno de nosotros conoce.. Poesías CompletasEnrique Cebrián. Salvaje y triste, con cigarrillos esqueléticos o esqueletos fumando cigarrillos. No son las dos Españas, es la única España. La mía.
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