En tiempos de adults only en los que los más pequeños parecen molestar cada vez en más sitios, los festivales se han convertido en refugio para el ocio transversal de toda la familia. Los papás y las mamás pueden así seguir asistiendo a conciertos y disfrutando de sus artistas favoritas como antaño sin tener que ‘aparcar’ a sus hijos, y los pequeños pueden a su vez compartir tiempo con sus papás y sus mamás en un ambiente que conjuga cultura con puro divertimento en entornos (por lo general) perfectamente controlados y seguros.. Es por ello que son multitud los festivales que ofrecen condiciones especiales, descuentos o directamente entrada gratuita hasta cierta edad para favorecer esa escucha compartida de música y, de paso, para qué negarlo, también captar a un público que no consume cerveza (el santo grial del negocio festivalero) pero desde luego termina también dejándose un buen puñado de euritos, adultos mediante, en bebidas y comidas varias. Es, al mismo tiempo, una forma de crear cantera, de que a los críos les pique el gusanillo de la música en directo. Es también, vale, el viejo truco de invitar a la primera para enganchar al cliente.. Confluyen diversos intereses, en una dirección y en otra, pero lo cierto es que todo parece encajar para todas las partes implicadas. Lo saben perfectamente los festivales de todos los tamaños. Mastodónticos, grandes, medianos, pequeños y minúsculos. Es por ello que el Mad Cool, que se acaba de celebrar en Madrid, permite la entrada gratuita de menores hasta los 8 años (inclusive), de la misma manera que otra de las citas enormes en territorio español, el Primavera Sound, que acaba de celebrarse en Barcelona, sube la apuesta hasta los 12 años (y facilita el acceso a menores de 13 a 17 años con descuento).. Se trata, en realidad, de una costumbre bien arraigada en el circuito de festivales. Ahí van más casos: Viña Rock (acceso gratuito a menores hasta 9 años) o Arenal Sound (gratis hasta los 9 cumplidos), FIB (entrada gratuita igualmente hasta los 9 años). Otros de los grandes eventos españoles, como el Rototom Sunsplash, en Benicàssim, permiten también que los menores de 13 años entren gratis (siempre, como en el resto de casos, acompañados por un adulto responsable, además de presentar una autorización firmada por sus padres o tutores legales), y añaden otra facilidad adicional: entradas al 50% entre 13 y 17 años.. En un momento en el que la industria de la música en vivo bate año tras año su récord de facturación como efecto rebote del confinamiento pandémico, llegando hasta los hasta ahora jamás alcanzados 725 millones de euros de 2024, los festivales en particular y por lo general facilitan el acceso de las familias.. ¿Un filón económico? ¿Una cuestión de fomento cultural? Sea como fuere, no pocos dejan que los menores de determinada edad entren gratis o, como poco, pagando precios testimoniales. Es el caso del Sonorama Ribera de Aranda de Duero (Burgos), que tiene un abono infantil hasta 11 años por 5 euros (más los consabidos gastos de gestión, que suman 1,50 más). También del madrileño Tomavistas, que en su reciente última edición tenía entradas de día para niños por 6 euros (más gastos) y abonos igualmente muy reducidos. El Cruilla de Barcelona pone también un precio simbólico de 5 euros por entrada de día o 10 euros por el abono hasta los 13 años.. Es, básicamente, fomentar un ocio que no es infantil, sino adulto, pero en familia, de ahí su transversalidad. El caso más extremo es el del Prestoso Fest de Cangas del Narcea (Asturias), que abre las puertas de manera gratuita a los menores de 16 años. Casi igual de generosos son el Ebrovisión de Miranda de Ebro (Burgos) y el Azkena Rock de Vitoria, pues ambos dejan entrar gratis a menores hasta 14 años.. Una forma de que los más pequeños puedan valorar la cultura desde la infancia, incluso llegando hasta plena adolescencia, sin tener que pagar como un adulto (lo cual, por otro lado, podría significar tal ruina para tantas familias que terminaría ahuyentándolas de este tipo de cita por pura imposibilidad económica).. Hay, como decíamos, más casos. El Zeporrock de El Toboso (Toledo), concebido como evento familiar, ofrece acceso gratuito a niños y niñas hasta 14, mientras que los de 14 a 18 tienen precio reducido. El Gigante de Guadalajara permite que los menores de 9 años accedan gratuitamente al festival. El Bilbao BBK Live pone la línea divisoria en los 11 años (incluidos). El Resurrection Fest de Viveiro (Lugo), cita metalera donde las haya, recibe por la cara a los que tengan menos de 12, igual que el Leyendas del Rock de Villena (Alicante). El Vive Latino de Zaragoza estima conveniente, por su parte, la entrada gratuita de los niños que no tengan 8 años cumplidos a fecha de celebración del festival.. Aun más casos. El Mallorca Live tiene acceso gratuito solo hasta los 5 años, si bien de 6 a 11 (incluido) ofrece un descuento del 25% sobre el precio de la entrada general. El Kalomara Madrid establece los 12 como los años a los que hay que empezar a pagar como un adulto normal para disfrutar de sus conciertos. El Río Babel de Rivas Vaciamadrid, por su parte, tiene un ‘abono kids’ por el que los que tengan de 0 a 15 años tienen que pagar un precio reducido de 27,50 euros (gastos de gestión ya incluidos).. Se dice mucho que una ardilla puede cruzar España saltando de festival en festival pues, no en vano, estamos en el país del millar de festivales. Ya estamos por encima de esa cifra, de hecho. Son algo tan incrustado en nuestros planes de ocio cultural y turístico que, por más que se hable del posible pinchazo de una burbuja que en realidad no parece existir, año tras año las cifras crecen y crecen sin techo a la vista. Que sean algo para todas las edades es uno de los factores que ayudan a su perpetuación y no es en absoluto una cuestión menor. No ocurre igual con los conciertos, que pueden resultar más agobiantes según la situación para los más pequeños, pero los festivales, definitivamente, sí son para niños.
Muchos de los festivales en España tienen entrada gratis o con descuento para menores de edad.
En tiempos de adults only en los que los más pequeños parecen molestar cada vez en más sitios, los festivales se han convertido en refugio para el ocio transversal de toda la familia. Los papás y las mamás pueden así seguir asistiendo a conciertos y disfrutando de sus artistas favoritas como antaño sin tener que ‘aparcar’ a sus hijos, y los pequeños pueden a su vez compartir tiempo con sus papás y sus mamás en un ambiente que conjuga cultura con puro divertimento en entornos (por lo general) perfectamente controlados y seguros.. Es por ello que son multitud los festivales que ofrecen condiciones especiales, descuentos o directamente entrada gratuita hasta cierta edad para favorecer esa escucha compartida de música y, de paso, para qué negarlo, también captar a un público que no consume cerveza (el santo grial del negocio festivalero) pero desde luego termina también dejándose un buen puñado de euritos, adultos mediante, en bebidas y comidas varias. Es, al mismo tiempo, una forma de crear cantera, de que a los críos les pique el gusanillo de la música en directo. Es también, vale, el viejo truco de invitar a la primera para enganchar al cliente.. Confluyen diversos intereses, en una dirección y en otra, pero lo cierto es que todo parece encajar para todas las partes implicadas. Lo saben perfectamente los festivales de todos los tamaños. Mastodónticos, grandes, medianos, pequeños y minúsculos. Es por ello que el Mad Cool, que se acaba de celebrar en Madrid, permite la entrada gratuita de menores hasta los 8 años (inclusive), de la misma manera que otra de las citas enormes en territorio español, el Primavera Sound, que acaba de celebrarse en Barcelona, sube la apuesta hasta los 12 años (y facilita el acceso a menores de 13 a 17 años con descuento).. Se trata, en realidad, de una costumbre bien arraigada en el circuito de festivales. Ahí van más casos: Viña Rock (acceso gratuito a menores hasta 9 años) o Arenal Sound (gratis hasta los 9 cumplidos), FIB (entrada gratuita igualmente hasta los 9 años). Otros de los grandes eventos españoles, como el Rototom Sunsplash, en Benicàssim, permiten también que los menores de 13 años entren gratis (siempre, como en el resto de casos, acompañados por un adulto responsable, además de presentar una autorización firmada por sus padres o tutores legales), y añaden otra facilidad adicional: entradas al 50% entre 13 y 17 años.. En un momento en el que la industria de la música en vivo bate año tras año su récord de facturación como efecto rebote del confinamiento pandémico, llegando hasta los hasta ahora jamás alcanzados 725 millones de euros de 2024, los festivales en particular y por lo general facilitan el acceso de las familias.. ¿Un filón económico? ¿Una cuestión de fomento cultural? Sea como fuere, no pocos dejan que los menores de determinada edad entren gratis o, como poco, pagando precios testimoniales. Es el caso del Sonorama Ribera de Aranda de Duero (Burgos), que tiene un abono infantil hasta 11 años por 5 euros (más los consabidos gastos de gestión, que suman 1,50 más). También del madrileño Tomavistas, que en su reciente última edición tenía entradas de día para niños por 6 euros (más gastos) y abonos igualmente muy reducidos. El Cruilla de Barcelona pone también un precio simbólico de 5 euros por entrada de día o 10 euros por el abono hasta los 13 años.. Es, básicamente, fomentar un ocio que no es infantil, sino adulto, pero en familia, de ahí su transversalidad. El caso más extremo es el del Prestoso Fest de Cangas del Narcea (Asturias), que abre las puertas de manera gratuita a los menores de 16 años. Casi igual de generosos son el Ebrovisión de Miranda de Ebro (Burgos) y el Azkena Rock de Vitoria, pues ambos dejan entrar gratis a menores hasta 14 años.. Una forma de que los más pequeños puedan valorar la cultura desde la infancia, incluso llegando hasta plena adolescencia, sin tener que pagar como un adulto (lo cual, por otro lado, podría significar tal ruina para tantas familias que terminaría ahuyentándolas de este tipo de cita por pura imposibilidad económica).. Hay, como decíamos, más casos. El Zeporrock de El Toboso (Toledo), concebido como evento familiar, ofrece acceso gratuito a niños y niñas hasta 14, mientras que los de 14 a 18 tienen precio reducido. El Gigante de Guadalajara permite que los menores de 9 años accedan gratuitamente al festival. El Bilbao BBK Live pone la línea divisoria en los 11 años (incluidos). El Resurrection Fest de Viveiro (Lugo), cita metalera donde las haya, recibe por la cara a los que tengan menos de 12, igual que el Leyendas del Rock de Villena (Alicante). El Vive Latino de Zaragoza estima conveniente, por su parte, la entrada gratuita de los niños que no tengan 8 años cumplidos a fecha de celebración del festival.. Aun más casos. El Mallorca Live tiene acceso gratuito solo hasta los 5 años, si bien de 6 a 11 (incluido) ofrece un descuento del 25% sobre el precio de la entrada general. El Kalomara Madrid establece los 12 como los años a los que hay que empezar a pagar como un adulto normal para disfrutar de sus conciertos. El Río Babel de Rivas Vaciamadrid, por su parte, tiene un ‘abono kids’ por el que los que tengan de 0 a 15 años tienen que pagar un precio reducido de 27,50 euros (gastos de gestión ya incluidos).. Se dice mucho que una ardilla puede cruzar España saltando de festival en festival pues, no en vano, estamos en el país del millar de festivales. Ya estamos por encima de esa cifra, de hecho. Son algo tan incrustado en nuestros planes de ocio cultural y turístico que, por más que se hable del posible pinchazo de una burbuja que en realidad no parece existir, año tras año las cifras crecen y crecen sin techo a la vista. Que sean algo para todas las edades es uno de los factores que ayudan a su perpetuación y no es en absoluto una cuestión menor. No ocurre igual con los conciertos, que pueden resultar más agobiantes según la situación para los más pequeños, pero los festivales, definitivamente, sí son para niños.
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