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El inicio de 2025 ha estado marcado por una dinámica cada vez más evidente: la reconfiguración del crecimiento global y la reasignación de capitales. Las tensiones comerciales, particularmente entre EEUU. y China, han dejado de ser episodios puntuales para convertirse en parte estructural del panorama macroeconómico. En este contexto, los mercados de divisas, renta fija y variable, y metales están reaccionando no solo a las decisiones de política económica, sino también a la incertidumbre que deriva de un orden económico más fragmentado. De ahí que sea conveniente configurar una visión integrada de cómo estas tensiones afectan a los distintos segmentos de mercado y qué oportunidades pueden surgir para el inversor sofisticado. Ante ello es necesario diseccionar al enfermo económico mundial:. La Administración Trump sigue los patrones erráticos de sus órdenes ejecutivas, lo que mina la confianza de los mercados y añade incertidumbre en torno al dinamismo económico. Por si fuera poco, la situación fiscal del país es frágil y limita las posibilidades de estímulo, mientras que la Reserva Federal permanece cauta ante el riesgo inflacionario, dificultando una relajación monetaria inmediata.. Aunque es probable que las negociaciones comerciales eliminen ciertas barreras al crecimiento en un plazo de tres a seis meses, la escalada arancelaria causa problemas internos y estímulos en el extranjero. Los riesgos de recesión en EEUU. se mantienen elevados. Estimamos que en un 50% podría prolongarse de algún impacto político exógeno. En este estadio de incertidumbre, las empresas están posponiendo sus planes de inversión y contratación, lo que podría generar un aumento del desempleo y, con ello, un impacto negativo sobre el consumo, que venía de años vigorosos por el repunte de ingresos y plusvalías.. Las trabas al comercio de EEUU. están incentivando la búsqueda de acuerdos comerciales bilaterales al margen de la mayor potencia global. Además, la errática política estadounidense ha aumentado el deseo de utilizar la capacidad fiscal para impulsar la inversión interna, que abarca desde el gasto en defensa hasta el gasto en infraestructura. La situación fiscal en la mayoría de los países europeos es lo suficientemente sólida como para aumentar el gasto público tras años de disciplina fiscal. Hablamos de Europa, que prepara reducciones de sus cargas regulatorias y aumentos del gasto presupuestario en condiciones monetarias expansivas. Pero también de China. Porque el reequilibrio del comercio mundial impulsará el dinamismo en Europa y Asia, mientras retraerá el americano.. La desescalada en las tensiones con EEUU. ha ofrecido un balón de oxígeno al sector exportador chino, pese a que la senda hacia una normalización sostenible será irregular. China continúa avanzando hacia un modelo de mayor autosuficiencia como respuesta estructural al entorno global. Prevemos un crecimiento económico del 4,6% en 2025 y del 4,0% en 2026.. Si bien la demanda interna sigue débil en ciertas rúbricas, Pekín actuará probablemente de forma reactiva, sumando estímulos si la coyuntura lo requiere. Entretanto, la segunda economía global muestra una resiliencia activa. Sus exportaciones han aumentado notablemente hacia el Sudeste Asiático, hacia donde ha redireccionado sus mercancías con destino a EEUU., lo que podría perpetuarse si Washington mantiene un arancel anormalmente alto hacia China. De ahí que hayamos revisado al alza nuestras previsiones.. Proyectamos un PIB del 4,6% en 2025 y del 4,0% en 2026, respectivamente 8 y 2 décimas por encima de nuestra anterior predicción, aunque aún por debajo del objetivo oficial del 5%. A medio plazo, el conflicto comercial reforzará los esfuerzos de Pekín por lograr un mayor grado de autosuficiencia.. El billete verde americano ha entrado en una fase de debilitamiento estructural. Los déficits gemelos (fiscal y por cuenta corriente), unidos a la deambulante política económica de la Casa Blanca, reducen la resistencia de su valor en los mercados cambiarios. Esperamos que la relación euro-dólar fluctúe dentro de un rango de entre 1,10 y 1,20 en el corto plazo, con una previsión de 1,24 a doce meses vista. Sin que esta oscilación pueda esconder un trasfondo de pérdida de confianza estructural del dólar y de su hegemonía global.. Sobre todo, si Europa consolida su crecimiento y Asia mantiene una trayectoria positiva. Porque señales futuras como los canjes forzosos de deuda o la confiscación de capitales que sugiere el infame artículo Guía del usuario para la reestructuración del sistema de comercio global, del asesor económico de la Casa Blanca, Stephen Miran, afectarían al valor del dólar y, lo que es peor, socavarían gravemente la función de refugio seguro de los activos estadounidenses.. Además de alumbrar nuevos y más graves riesgos derivados de los desajustes fiscales. El reciente proyecto de ley fiscal Big, Beautiful del presidente Trump promete más recortes impositivos en época de un enorme déficit de las cuentas federales.. Los efectos colaterales sobre el mercado de bonos se manifiestan en forma de mayor incertidumbre y riesgo macroeconómico. En este contexto, optamos por una exposición selectiva al crédito, especialmente en el espacio «crossover» (calificaciones BBB-BB), con duraciones moderadas entre 3 y 7 años. Esta combinación ofrece rentabilidades atractivas (entre 5% y 5,5%) con un riesgo de impago muy contenido. Con ojo avizor a los emergentes, sobre todo con deuda soberana en calificación neutral y divisa fuerte. Apostamos por deuda corporativa emergente con cuadros macroeconómicos sólidos y diferenciales con margen para ampliar exposiciones y correcciones inversoras.. Las acciones estadounidenses han descontado un escenario optimista que contrasta con la realidad de su cuadro de mando económico. Con el S&P 500 cotizando 22,4 veces a beneficios futuros y un riesgo macro en aumento, la ecuación riesgo/retorno se ha deteriorado. Esencialmente por los costes asociados a los aranceles en sectores como el automotriz o, en general, los asociados al consumo.. Recomendamos aprovechar los repuntes de mercado para reducir exposición a renta variable estadounidense y rotar hacia regiones con valoraciones más razonables y expectativas de crecimiento más alineadas con la realidad, como Europa, Japón, China e India, y en especial, en compañías con ingresos totalmente deslocalizados de EEUU., con baja sensibilidad al ciclo del consumo y a la volatilidad cambiaria.. En un entorno de elevada incertidumbre económica y geopolítica, y dudas sobre el estatus del dólar como activo de resguardo, el oro ha reforzado su atractivo estructural. Las compras de bancos centrales -impulsadas por la visión de un mundo más multipolar- siguen siendo un soporte clave. Pero también por una visión positiva en el largo plazo. A pesar de posibles episodios de volatilidad.. La tendencia del orden mundial avanza hacia un reequilibrio económico multipolar que se obceca en redefinir las fuentes de crecimiento, las oportunidades sectoriales y la lógica reasignación de activos.. Para los inversores, este viraje implica abandonar el enfoque binario tradicional y apostar por una diversificación real: por regiones, monedas, tipos de activos y atención a la sensibilidad macroeconómica. Entre otras razones, porque la política comercial ha dejado de ser una variable táctica y se ha convertido en un vector estructural que marcará las decisiones de inversión durante la próxima década.. Es economista jefe del banco suizo Julius Bär
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