El presidente del Gobierno quiere agotar la legislatura y atar con la apertura de una ponencia constitucional el apoyo de Cataluña y el País Vasco Leer
El gatillazo del PP en las generales del 23-J, cuando los sondeos daban como indiscutible ganador a Alberto Núñez Feijóo y en Génova 13 ya se repartían los cargos y los sueldazos del Gobierno, ha dejado una profunda huella en la derecha política y sociológica, que se manifiesta en su atropellamiento por sacar a Pedro Sánchez de La Moncloa -como si con un exabrupto razonado bastara, y en el temor inconfesado de que el líder socialista vuelva a ser elegido gracias a la reedición de su alianza con los nacionalistas. Ni los más antisanchistas creen a pies juntillas que la sentina de corrupción en la que chapotean el presidente y su familia biológica y política garantice el cambio en España.. Hace bien el PP en desconfiar del anunciado final de Sánchez. El cierre de filas del Gobierno en torno al fiscal general, Álvaro García Ortiz, tras ser imputado por el Tribunal Supremo, los ataques gubernamentales al alto tribunal, presentado como una covachuela franquista, demuestran la firme voluntad socialista de agotar la legislatura. Para luego acudir a las elecciones generales en 2027 con la única baza que le resta a Sánchez: proponer la victoria de la «España periférica» que teóricamente él representa y garantiza frente al Gran Madrid del «turboliberalismo» centrifugador. Una reinterpretación de la divisoria España plural de Rodríguez Zapatero.. El hundimiento de Sumar por la persistencia en el ridículo de Yolanda Díaz, así como la voluntaria marginalidad putinesca de Podemos, ofrece a Sánchez la oportunidad de concentrar en el PSOE todo el voto de izquierdas y, como indican los sondeos, repetir los resultados del 23-J. Esta agrupación de la izquierda y la extrema izquierda bajo las siglas del PSOE permite al presidente creer en su reelección si conserva el apoyo del nacionalismo catalán y vasco con una propuesta de reforma del modelo del Estado autonómico. La manera, además, de intentar ensanchar la ya amplia diferencia de votos que hay entre el PSOE y el PP en estas dos comunidades que, junto a Valencia, debido a la calamitosa gestión de Carlos Mazón, Moncloa considera que pueden ser la base de la reelección de Sánchez.. Iván Redondo, antiguo consejero áulico del presidente, subrayaba este lunes en La Vanguardia que, una vez el Tribunal Constitucional de Conde Pumpido avale la ley de Amnistía, Sánchez tomará de nuevo la iniciativa para impulsar una gran reforma territorial, «otra teoría de España, la del reencuentro total». La mutación del Estado de las autonomías en un federalismo asimétrico y confederal. Un plan que también ha apuntado recientemente la presidenta del Congreso, Francina Armengol, al abogar por una reforma constitucional «amplia», aunque ahora mismo no exista el consenso del 78.. Una falta de mayoría política y social que Sánchez pretende esquivar con un camino intermedio que pasa, primero, por abrir una ponencia de reforma de la Carta Magna. Esta, sin asegurar a los nacionalistas el cambio de su redactado, sí les permitiría la empezar en esta legislatura a debatir sobre los cambios y plantear sus exigencias. El segundo paso es plantear las generales como una elección entre la continuidad de esta mutación constitucional, con él como presidente, o por el contrario permanecer con Feijóo en el caduco modelo autonómico bajo la hipotética amenaza del proceso de recentralización que plantea Vox.. En definitiva, un referéndum sobre el modelo territorial, con su dialéctica de las dos España, como gran mascarada del sanchismo.
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