El director de cine y escritor Rodrigo Cortés (Orense, 1973) ha cincelado (el verbo no es retórico) los versos de su prosa con las palabras gubia, carvado, rayas, plancha, que no están en los poemarios sino en los talleres. Su último libro es un experimento preciosista que comenzó hace cinco años en una conversación de bar con su amigo, el ilustrador Tomás Hijo (Salamanca, 1974), el coautor. No es nada fácil calificar este trabajo a cuatro manos, dos de las cuales han creado cada matiz, cada cabello, cada marca de los árboles, con una laboriosidad más propia de un artesano que de un nominado a los Oscar y colaborador de directores como Guillermo del Toro y del propio Cortés. En los estantes de una librería no sabría uno dónde ubicarlo, si en la distopía fantástica o entre las obras de arte. O quizás en un museo. Para hablar de esta proeza literaria, hemos tenido que quedar con Cortés y con Hijo por separado (cuestiones de calendario), así que sus declaraciones no están ‘contaminadas’ por su evidente complicidad y recíproca admiración, que las tienen. Lo que ha unido esa otra montaña que es el cine y la literatura, que no lo separe una agenda. El director de películas como Buried, Luces rojas o Escape e Hijo firmarán en la Feria del Libro de Madrid este fin de semana.. Rodrigo Cortés, el narrador. A veces decidía callarme para que una ilustración hablara. Un grabado no es una ilustración hecha con ordenador o acuarelas. Responde a un proceso casi litúrgico. Todo libro está hecho de misterio y de madera primitiva y todos sus derivados. Este libro no se podría leer en digital. La literatura es un acto íntimo y solitario. El cine es un acto colaborativo, solo es posible a través de los talentos de muchas personas. En tres palabras, Tomás es un ser benéfico. Tomás Hijo, el ilustrador. A Rodrigo lo dibujaría varias veces, para que quedara muy bien. Aunque bien pensado, él se dibujaría a sí mismo. Un ilustrador se pasa la vida tratando de insuflar emociones y vida a sus personajes
El trabajo editorial ha tardado 5 años en consumarse y parte de la amistad del cineasta y el ilustrador
El director de cine y escritor Rodrigo Cortés (Orense, 1973) ha cincelado (el verbo no es retórico) los versos de su prosa con las palabras gubia, carvado, rayas, plancha, que no están en los poemarios sino en los talleres. Su último libro es un experimento preciosista que comenzó hace cinco años en una conversación de bar con su amigo, el ilustrador Tomás Hijo (Salamanca, 1974), el coautor. No es nada fácil calificar este trabajo a cuatro manos, dos de las cuales han creado cada matiz, cada cabello, cada marca de los árboles, con una laboriosidad más propia de un artesano que de un nominado a los Oscar y colaborador de directores como Guillermo del Toro y del propio Cortés. En los estantes de una librería no sabría uno dónde ubicarlo, si en la distopía fantástica o entre las obras de arte. O quizás en un museo. Para hablar de esta proeza literaria, hemos tenido que quedar con Cortés y con Hijo por separado (cuestiones de calendario), así que sus declaraciones no están ‘contaminadas’ por su evidente complicidad y recíproca admiración, que las tienen. Lo que ha unido esa otra montaña que es el cine y la literatura, que no lo separe una agenda. Ambos autores firmarán en la Feria del Libro de Madrid este fin de semana.. Rodrigo Cortés, el narrador. ¿Qué es La piedra blanda? Cuesta definir su género al margen de su espectacularidad.Nos cuesta mucho definirlo, tanto a Tomás como a mí. A falta de otro término mejor, hemos dado en llamarla fábula gráfica, porque no es un comic, no es un libro de arte, no es texto ilustrado. Pero tiene algo de todo esto. Es una colección de más de cien grabados que narran una historia que navega por la página en blanco, por el vacío de una forma cadenciosa que impone su propio ritmo; con algo de tradición picaresca, algo de fantasía aterrizada, con tremendismo pero con humor. Nos pasa como con la propia técnica del grabado, que, al final, es un trabajo de extracción y de descarte. Y lo que queda es La piedra blanda.. A veces decidía callarme para que una ilustración hablara. ¿No se aprecia también una historia de amor, carnal y con la naturaleza?La relación con la naturaleza es descarnada. Lo que plantea el mundo de La piedra blanda es un mundo que es, ni bueno ni malo. Simplemente, es. Las cosas son. Y lo mismo sucede con el amor. Da la impresión de que a nuestro personaje le pasa todo a la segunda: nace a la segunda y tal vez se enamora a la segunda. Aunque seguramente, toda historia de amor es una historia de abandono.. La piedra blanda’ está editado por Penguin Random House.CEDIDA. ¿Cuánto tiempo les ha llevado de calendario dar forma a esta idea gráfica tan potente?Es difícil de contestar, porque no era un trabajo diario. Probablemente empezamos a trabajar hace cinco años, pero eso no significa que hayamos estado cinco años ocho horas al día. Entre medias, han pasado películas, tarots, libros… Pero eso ha permitido que el proceso de creación haya sido un cantar de ida y vuelta. Porque insisto, no es texto ilustrado. Inicialmente, escribí un guion con indicaciones precisas sobre las imágenes y en otra ocasiones no. Pero cuando Tomás empezó a hacer sus primeros bocetos, yo mismo ajustaba mi texto para que nunca hubiera redundancias. Si no para que palabra e imagen se complementaran a veces por contraste, a veces por ironía, a veces por oposición, a veces banalizando algo solemne. Y a partir de la modificación del texto se modificaba los bocetos y se les añadían detalles. Y a partir de eso, se volvían a modificar los textos. A veces decidía callarme para que una ilustración hablara. Solo al final, cuando estaba todo en su sitio, es cuando pasamos al proceso que le compete a Tomás y a su gubia, que es el del de grabado, donde no hay marcha atrás, donde no cabe el arrepentimiento.. Un grabado no es una ilustración hecha con ordenador o acuarelas. Responde a un proceso casi litúrgico. ¿Se puede decir que la primera piedra para La piedra blanda la tiró usted?No estoy muy seguro. Surge de una conversación, por lo tanto, la tiramos entre ambos. Pero inevitablemente me puse a escribir primero yo. Fue el primer paso del ajedrez, la primera jugada.. Un grabado es una técnica muy meticulosa y lenta. Hay un empeño muy grande a partir de las dos introducciones del principio en preparar al lector para sentir dentro de sí que lo que está viendo es un grabado, no es una ilustración hecha con ordenador o acuarelas. Responde a un proceso casi litúrgico. En mi texto, desmenuzo con mucho detalle el trabajo de Tomás, porque me es posible decir cosas de él que seguramente a él le resulta más difícil decir de él mismo, por prudencia y porque tiene tan interiorizado el proceso que ni siquiera ve como mágicas cosas que a mí me fascinan. Empieza con un lápiz muy suelto que va ganando poco a poco detalle a través de las conversaciones. Pero que no debemos confundir, ni de lejos, con un dibujo. Esto, con proceso de calco lo lleva al linóleo inglés. Y es cuando toma la gubia, que es su verdadero instrumento de dibujar.. Es decir, aquí el bolígrafo pierde su esencia en favor de los útiles de tallar.El salto final es dramático, porque es la gubia la que genera el trazo. Cuando se hace el proceso de carvado, la línea es lo que queda, es un trabajo de sustracción; es un proceso de negativo, por no decir que además tiene que dibujar el espejo. Cuando por fin en esto que yo llamo, para burlarme de Tomás, ‘el imperio de la rayita’, porque todo se genera rayita, rayita, cada matiz de cada pelo, de cada ropaje, con un rodillo se impregna de tinta, se le coloca encima un papel de mucho gramaje y un filtro para protegerlo y se mete a la presión de un tórculo que confiere una presión de más de mil kilos. Cuando se arranca suavemente el papel de la plancha, sale de verdad la ilustración. Toda esa laboriosidad impregna todas las decisiones del libro, si no su propia esencia narrativa.. Rodrigo Cortés.IRENE MEDINA LORENZO. Pedro de Poco, su protagonista, ¿es el reflejo de nuestra sociedad?No tengo ni idea, no impongo una tesis a nada de lo que hago, no trato de intelectualizarlo, que creo que es una manera de respetar al lector. A partir de la propia inexpresividad de Pedro de Poco, que no parece tener sentimientos, pero en cuyo interior sentimos que algo palpita, cada lector va a proyectar su propio diálogo con este mundo. Además, se describe a través de herramientas muy poéticas, en las que en muy pocas palabras cabe un mundo, a través de la resonancia y de la evocación. Para leerlo más vale abrazar el misterio y no exigir ni arrancar al libro ninguna confesión.. ¿Quién tiene más de ese personaje de los dos, Tomás Hijo o usted?No sabría decirlo. A menudo me preguntan, cuando escribo, si me parezco a mis personajes y la respuesta es que me parezco al libro. Lo que sientas al leer el libro, bueno o malo, placentero o incómodo, perturbador o luminoso, probablemente tenga que ver con mi mundo interior y con mi forma de interpretar las cosas. Pero jamás trato de imponerle mi mirada a un personaje ni convertirlo en una pequeña marioneta que me represente.. Todo libro está hecho de misterio y de madera primitiva y todos sus derivados. Este libro no se podría leer en digital. ¿Esto le pasa también en el cine?En el cine, aspiras a parecerte a las películas y a reconocerte en ellas, pero no en sus personajes. No tiene nada de malo hacerlo. Hay autores que convierten a sus personajes en una especie de idealización de sí mismos para permitirle hacer lo que él no puede hacer. Pero en lo personal me interesa muy poco y muchas veces les atribuyo de forma consciente características que de ningún modo tengo, opiniones contrarias a las mías o le hago hacer cosas que yo jamás haría para tratar de responder con deportividad a sus actos y ver si sobrevivo al trance.. El libro es un homenaje a los libros en dos direcciones: lo que transmite el texto y la técnica utilizada en su creación. Es casi volver al origen en cierto modo.Estoy de acuerdo, hay algo sobre el origen del propio libro. Todo libro está hecho de misterio y de madera primitiva y todos sus derivados. La propia historia es primaria, como lo es la técnica del grabado, que solo permite el sí y el no. Y eso se lleva a lo formal, al continente, que se convierte en una especie de objeto litúrgico. Este libro no se podría leer en digital, se perdería gran parte de la experiencia. Por eso está encuadernado de una forma tan cuidada. Como la portada, que se lee con los dedos, en relieve y que hace que el lector lo primero que haga sea tocarla. Ese ritmo cadencioso que solo es posible, que solo es posible con ese paso litúrgico de la hoja.. . La reina Letizia dijo en la Feria del Libro que ‘La piedra blanda’ es ‘maravilloso’.José Ruiz/EFE. En digital no, pero ¿ve el director de cine en su propio libro una película?Es una pregunta que se puede contestar de muchas formas contradictorias: una es que no, porque me siento a escribir, trato de explorar el lenguaje en el que me encuentro. Si estoy haciendo cine, el lenguaje en el que el sonido, el corte, la mirada deben hablar. Y si estoy escribiendo, el literario, donde no importa tanto la trama como la digestión de la trama. Por lo tanto, en términos de pura trama, muchas cosas no se impulsan por mecanismos cinematográficos, sino por constantes elipsis y saltos que surgen del choque de imágenes entre sí, de frases que tratan de ganarse su espacio en la plancha como si cada letra contara, porque al final, Tomás va a tallarla. Hay algo cinematográfico, en el trabajo sobre el espacio, en el modo en que las viñetas navegan a través del vacío, del espacio en blanco. Como en ocasiones quedan quietas o se vaya vaciando esas viñetas. Así que algo del bagaje del cineasta se cuela en la imaginería final del libro.. La literatura es un acto íntimo y solitario. El cine es un acto colaborativo, solo es posible a través de los talentos de muchas personas. ¿Es comparable el disfrute de sus dos oficios?Son comparables porque son distintos y solo se compara lo distinto. Son muy diferentes, las actitudes son distintas, y la de este libro está a medio camino. La literatura es un acto profundamente íntimo y solitario, uno lo hace todo. El cine es un acto colaborativo, solo es posible a través de los talentos de muchas personas. Cualquier idea que uno pueda tener solo vive porque se completa a través del gesto y de la capacidad de mucha gente. La piedra blanda está es un mundo intermedio: ni es solitario ni coral. Pero hay algo hermoso y aliviador en tener en frente siempre a alguien y ver como todo lo que uno lanza, viene de vuelta con efecto. Y como todo lo que uno recibe a cambio le proporciona un montón de material para devolver la pelota.. Rodrigo y Tomás, en el taller del último.CEDIDA. Lo suyo con Hijo ¿es una especie de matrimonio?Tomás y yo hemos salido no solo airosos, sino felices. Se parece en un sentido simple, en que nada es mío o es suyo, sino que todo es nuestro, lo haga quien lo haga. Eso incluye las responsabilidades sobre los éxitos y sobre los fracasos.. ¿Todos tenemos dentro una piedra blanda, algo que moldeamos a nuestro antojo?Es una buena pregunta para el lector porque imagino que todas las combinaciones son posibles. Pedro del Poco es una piedra blanca, lo sentimos granítico y a la vez percibimos su latido. El dolor es posible, aunque no lo exprese, aunque tengamos la sensación de que algo le pasa. ¿Cómo se combate en el mundo real? Supongo que de muchas maneras. Cada lector decidirá qué tipo de piedra es.. En tres palabras, Tomás es un ser benéfico. ¿Y qué tipo de piedra es Rodrigo Cortés?Yo por lo menos la tengo palpitante, uno procura ser resistente a los embates del viento, pero no tanto como para perder la flexibilidad. Conviene tratar de diferenciar la solidez de la rigidez.. Lo que opina el uno del otro está en el libro, pero ¿cómo describiría en tres palabras a Tomás?Es una forma de hablar ¿no? Requiere explicaciones porque a mí me sale decir que es un ‘totoro de persona’, pero para eso hay que ver la película de Miyazaqui (animación), Mi vecino totoro. Es un ser benéfico. Eso son tres palabras.. Están en la Feria del Libro. ¿Es estimulante la experiencia de verse con el lector?Hablar con los lectores es una auténtica feria. Es un recordatorio de que hay alguien al otro lado. La reina letizia, buena amiga suya, ha calificado su libro como «maravilloso». ¿Han hablado de él en algún momento? Prefiero mantener ese tema al margen. Espero que no te moleste.. Tomás Hijo, el ilustrador. Tomás Hijo ha trabajado en Hollywood y ha sido nominado a los Oscar por su trabajo como ilustrador.Arturo Sánchez. El grabado como técnica literaria. ¿Es la gubia el verso y la madera la estrofa?Creo que cada grabado podría ser un poema largo y delicado en el que cada palabra sería escogida con mucho cuidado y colocada en un lugar muy preciso. Sería un poema muy preparado, muy pensado, pues una vez la palabra esté colocada en su lugar no se puede modificar ni eliminar. Cada una de esas palabras sería un corte de la gubia. Habría que leer ese poema reflejado en un espejo, porque cada grabado se crea al revés para que recupere su sentido al estamparlo, igual que pasa (aunque sea un ejemplo prosaico) con un sello de oficina.. A Rodrigo lo dibujaría varias veces, para que quedara muy bien. Aunque bien pensado, él se dibujaría a sí mismo. ¿Cómo dibujaría a Rodrigo Cortés si le digo que escoja cinco rasgos -colores-formas- piezas…?Probablemente apretaría la punta del lápiz contra el papel para que se marcaran mucho las líneas, pero con cuidado de no romper la punta. Borraría bastante. Lo dibujaría varias veces, hasta que quedara muy bien. Y luego otra más, por si se puede mejorar. Y otra más, que nunca se sabe. Aunque, perdona, ahora que lo pienso acabo de decirte cómo se dibujaría a sí mismo, porque todo lo hace así.. Como artista y escritor, ¿es más difícil escribir una historia sobre una madera que sobre el papel?Las dos cosas me siguen pareciendo muy difíciles, pero en el caso del grabado y la ilustración tengo más horas de vuelo, por lo que puedo suplir con puro oficio un momento de fatiga, de desgana o de falta de inspiración. Para escribir, sigo necesitando mucha energía y entusiasmo.. Un ilustrador se pasa la vida tratando de insuflar emociones y vida a sus personajes. ¿Ve algo suyo en Pedro de Poco?La afición a pasear por el bosque. Por lo demás, muy poco. De hecho, me ha costado bastante poder plasmar su quietud, su inexpresividad, su –al menos aparente– indiferencia. Un ilustrador se pasa la vida tratando de insuflar emociones y vida a sus personajes. A Pedro había que arrancarle todo eso que tanto he trabajado por conseguir. Y no fue fácil.. Cortés e Hijo se conocen desde hace años.CEDIDA/Random House. ¿Todos podemos transformarnos, tenemos una esencia blanda dentro que nos permite adaptarnos?No lo sé. Supongo que muchas veces no queda más remedio y otras apetece, pero no sé si todos somos capaces. Tampoco estoy seguro de si la blandura de nuestra piedra se refiere a la capacidad de adaptación. Mucho me temo que en este libro nada proyecta un sentido que sea igual para dos lectores. Está lleno de espacios en blanco para que el ojo navegue, pero también para que la inteligencia del lector juegue a rellenarlos.
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