El alero de los Hawks, candidato a rookie del año, es hijo de Stéphane, campeón de Copa y Liga con Unicaja a las órdenes de Scariolo. «No hay nada que no pueda hacer, tiene una proyección brutal», avisa el seleccionador Leer
El alero de los Hawks, candidato a rookie del año, es hijo de Stéphane, campeón de Copa y Liga con Unicaja a las órdenes de Scariolo. «No hay nada que no pueda hacer, tiene una proyección brutal», avisa el seleccionador Leer
Aquel 8 de abril de 2005, en la Clínica Gálvez de Málaga, Sandrine dio a luz a Zaccharie, un bebé enorme, 54 centímetros y 4,1 kilos de peso. Un bebé predestinado también. El apellido Risacher se pasea ahora con expectativas disparadas por la NBA de la mano del hijo de Stéphane, aquel alero francés, zurdo y aguerrido, que formó parte de una de las versiones más potentes de la historia del Unicaja.
Hoy Zach, a sus 19 años, es una de las mayores perlas del baloncesto mundial. Despliega su talento en los Hawks, titular a las órdenes de Quin Snyder, confirmando con sus prestaciones la apuesta de la franquicia de Atlanta, que le eligió en el número uno del pasado draft. Un malagueño, el segundo francés de forma consecutiva en lo más alto de la elección (tras Victor Wembanyama en 2023), cabeza de una hornada histórica para el baloncesto galo: tres de los seis primeros defienden la camiseta bleu.
«Zach es un jugador de una proyección brutal, porque realmente no hay nada que pienses que en baloncesto que no puede hacer. Por su físico (2,03 centímetros), por su dimensión, por su tamaño, por el talento que tiene, por ser un jugador increíblemente ágil», aplaude Sergio Scariolo las evoluciones del alero, que promedia 11,6 puntos y 3,6 rebotes para mantenerse pujante en la pelea por ser el rookie del año (junto a Jared McCain, Jaylen Wells, Dalton Knecht…).
El seleccionador nacional recuerda perfectamente a aquel bebé, ahora un proyecto de estrella, al que hace unas semanas saludó en persona en su viaje a Estados Unidos. «Me acuerdo perfectamente cuando lo tuve en mis brazos recién nacido. Steph lo llevó con un par de semanitas al entreno. Es una muy buena familia. Sandrine, su madre, también era deportista. Con una educación y un saber estar fantásticos, exquisitos todos», alaba Scariolo.
Risacher, tan inolvidable como su Unicaja, que había conquistado en Zaragoza la Copa del Rey 40 días después del nacimiento de Zach. Un equipo al que el actual líder de la Liga Endesa se pretender asemejar, comandado en la cancha por Jorge Garbajosa, Carlos Cabezas, Pepe Sánchez… «Recuerdo que Steph, cada mañana que venía, iba saludando uno por uno a todos, dándonos la mano. Y era un jugador con una excelente versatilidad. Podía hacer muchas cosas, hasta jugar al poste bajo. Tenía buena mano, sin ser un especialista podía perfectamente meter triples. Buen jugador defensivo, también con envergadura, con manejo de balón. En aquel Unicaja compartía el puesto de tres con Walter Herrmann», rememora el técnico italiano de un jugador (plata olímpica con Francia en Sidney 2000) que también fue parte del título de Liga que los malagueños lograron la temporada siguiente, de nuevo con Scariolo en el banquillo (y Chus Mateo como asistente).
Zach ahora no guarda en su memoria muchos recuerdos de Málaga, pero sí alguno de Murcia. Porque esa fue la ciudad en la que pasó otra parte de su infancia, con su padre, ya veterano y sin rastas, jugando de 2006 a 2008 allí, a las órdenes de Manolo Hussein. Su hermana Aïnhoa, que ha sido internacional con Francia en categorías inferiores (MVP del Europeo sub 16), nació en Murcia.
A diferencia de su padre, Zach es diestro, pero posee un talento y un físico incomparables, labrado a fuego lento en las categorías inferiores del Asvel, con el que debutó en Euroliga con 16 años (el francés más joven de la historia en la máxima competición continental). La temporada previa a su salto a la NBA, la pasada, la pasó en el Bourg en Bresse, subcampeón de la Eurocup y siendo elegido como mejor joven de la liga francesa. Sólo el tiro exterior parece su punto débil, aunque en su noveno partido en la NBA ya fue capaz de anotar 33 puntos (y seis triples).
«No sé por qué hay una concepción, sobre todo aquí en España, de que él no es un buen tirador. Quizá por su físico no tenga desarrollada una capacidad de especialista, pero tiene muy buena mano y seguramente adquirirá continuidad en el transcurso del tiempo», defiende Scariolo, que también destaca su «gran visión en juego». «Y ya tiene cierta capacidad de ‘estar en campo’, ya lleva un par de temporadas de experiencia en Europa. Me consta, porque lo hablé con Quin Snyder, que están encantados con él. Realmente, las estrellas son su techo», zanja el seleccionador español.
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